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Libros. Folletos Hospitalidad

7. Cuando estás enfermo
Para orar. El poder de la fe.


Por: Centro de Hospitalidad y Misericordia | Fuente: Centro de Hospitalidad y Misericordia



Hijo, en tu enfermedad, no te desanimes, sino ruega al Señor, que él te curará.
Eclesiástico 38, 9



REFLEXION

“La enfermedad y el sufrimiento se han contado siempre entre los problemas más graves que aquejan la vida humana. En la enfermedad el hombre experimenta su impotencia, sus límites y su finitud. Toda enfermedad puede hacernos entrever la muerte.
La enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre sí mismo a veces incluso a la desesperación y a la rebelión contra Dios. Puede también hacer a la persona más madura, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, la enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a Él.”
Catecismo de la Iglesia Católica, 1500-1501


PALABRA DE DIOS

Sobre el médico y la enfermedad

 

 

  • “Honra al médico por los servicios que presta, que también a él lo creó el Señor. Del Altísimo viene la curación, del rey se reciben las dádivas. La ciencia del médico le hace caminar con la cabeza alta, y es admirado por los poderosos. El Señor ha creado medicinas en la tierra, y el hombre prudente no las desprecia. ¿Acaso no endulzó el agua con un leño, para que se conociera su poder? Él es quien da a los hombres la ciencia, para que lo glorifiquen por sus maravillas.
    Con las medicinas el médico cura y elimina el sufrimiento, con ellas el farmacéutico prepara sus mezclas. Y así nunca se acaban sus obras, y de él procede la paz sobre toda la tierra. Hijo, en tu enfermedad, no te desanimes, sino ruega al Señor, que él te curará. Aparta tus faltas, corrige tus acciones, y purifica tu corazón de todo pecado. Ofrece incienso, un memorial de flor de harina y ofrendas generosas según tus medios. Luego recurre al médico, pues el Señor también lo ha creado; que no se aparte de tu lado, pues lo necesitas, hay momentos en que la solución está en sus manos. También ellos rezan al Señor, para que les conceda poder aliviar el dolor, curar la enfermedad y salvar tu vida.
    Eclesiástico 38, 1-14


    El poder de la fe
     
  • “Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: “Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré.” Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: “¿quién me ha tocado los vestidos?” Sus discípulos le contestaron: “estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ¿quién me ha tocado?” Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa se postró ante él y le contó toda la verdad. El le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad.”
    Marcos 5, 25-34


    Confianza en la tribulación

    “Más aún; nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.”
    Romanos 5, 3-5


    Oración agradable a Dios

    “Y adelantándose un poco, cayó Jesús rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieres tú.»”
    Mateo 26, 39


    En Jesús encontramos alivio
     
  • “Venid a mi todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
    Mateo 11, 28-30


    Dios nos consuela
     
  • “¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios! Pues, así como abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, igualmente abunda también por Cristo nuestra consolación.”
    2ª. Corintios 1, 3-5


    ORACIONES

    “Dame, Señor, la fe que no razona
    y que en todo te ve;
    esclarece los ojos de mi alma,
    dame vida de fe.
    Yo no entiendo el porqué de muchas cosas,
    pero confío en Ti;
    cuando Tú lo permites o dispones,
    me convendrán así.
    Que eres el más amante de los Padres,
    no lo puedo dudar;
    por eso, aunque me aflijas o me apenes,
    te quiero siempre amar.
    Quiero a tu voluntad vivir unida
    prescindiendo de mí,
    y en todos los sucesos de mi vida,
    verte tan sólo a Ti.
    Y ciegos ya los ojos al sentido
    que ni entiende, ni ve
    elevar mis miradas hasta el cielo
    por la VIDA DE FE”.
    Rafael Prieto Ramiro


    Oración de confianza

    Señor Jesús, te agradezco por el don de la vida. Ayúdame a ver que mi enfermedad tiene una parte muy importante en mi vida. Ella me ayudará a ser plenamente la persona que Tú quieres que yo sea. No permitas que yo pierda o desperdicie lo que Tú quieres hacer conmigo para hacer completa mi vida en esta tierra y para preparar mi vida contigo en el Cielo.
    Ahora yo no puedo orar de la manera que quisiera. (Estoy dolorido, cansado, confundido). Te pido que aceptes cada respiro como un acto de amor y de confianza en Ti. Tú eres mi Salvador. Yo quiero descansar sobre tu amante Corazón en la seguridad y en la paz, como un niño en los brazos de su padre. Yo sé que Tú no me abandonarás.
    Te amo, mi Señor, quisiera amarte con todo mi corazón.
    Amén.


    Oración para pedir fuerza

    Señor, apiádate de mi, porque estoy enfermo y siento una profunda tristeza.
    Pero si tú quieres, puedes curarme: Puedes iluminar al médico para diagnosticar mi mal. Puedes hacer eficaces las medicinas y los tratamientos para librarme de estos males.
    Dame fuerzas para resistir el dolor y cooperar con los que me quieren sanar.
    Mi curación será consuelo para todos los que desean mi salud, premio para todos los que estuvieron pendientes de mí, estímulo para vivir siempre unido a ti que me has dado la vida eternamente.
    Todo esto te pido por los méritos de Cristo, y por intercesión de su Madre, la Virgen de la Salud.
    Amén.


    Oración de conformidad

    Señor, dentro de mí todo se rebela contra el sufrimiento, necesito de tu gracia para pronunciar las mismas palabras que dijiste a tu Padre: "Que se haga tu voluntad".
    Ayúdame a aceptar mi enfermedad y a creer que a pesar de mi inactividad, puedo ser útil a todos. Hazme entender que mi dolor unido a tu sacrificio en la Cruz tiene un sentido y un significado para toda la humanidad.
    Amén.



























     

 

 





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