Dirección: James Mangold. Guión: El mismo. Fotografía: Phedon Papamichael. Música: Alan Silvestri. Intérpretes: Rebecca De Mornay, Amanda Peet, John Hawkes, Alfred Molina, Clea Dubai, John C. McGinley, W. Lee Scott, Jake Busey, Pruitt Taylor Vince y John Cusack, Ray Liotta.


El director ha tratado el tema del miedo mediante la estancia en un motel de carretera de personajes variopintos. La causa de su retención no ha sido otra sino una fuerte tormenta y la huida de asesinos que se plantean liquidarlos tras otro.

Este tipo de cine y de temática abunda mucho en la cinematografía actual. Se trata de crear un ambiente en el que tanto los personajes como los espectadores se sientan cogidos y perturbados por lo que les puede venir encima.

Todo, rememorando a Psicosis, se ven atrapados y no pueden salir porque, en realidad, no se avizora en el horizonte ninguna esperanza para ellos y ellas.

Por otra parte, el guión- con toda intención- coloca un asesino psicópata del que nadie sabe nada ni es posible a primera vista encontrar huellas que den con su paradero.

Todo transcurre en el mismo escenario para que, de esta forma, sea más fácil encontrar la propia identidad de cada uno. Un clima asfixiante es el idóneo para que aumente la tensión sicológica en ellos y en los que la ven.

Así el miedo, la tensión, el suspense van creciendo por enteros de plano a plano. Todo está pensado y milimetrado para que, incluso al final, todo quede maravillosamente bien resuelto.

La angustia, el terror y el pánico están servidos en bandeja. Nadie se aburre en esta obra. Al contrario, todos se sienten adheridos a la butaca esperando la solución final.