Dirección: Antonio Mercero. Guión: El mismo. Fotografía: Raúl Pérez Cubero. Música: Manuel Villalta. Intérpretes: Juan José Ballesta, Gorka Moreno, Luis Ángel Priego, Alejandro zafra, Monti Castineiras.


He aquí al director que desde hace muchos años, nos recrea de vez en cuando con historias de jóvenes, niños-principalmente- con su calidad artística y su habilidad narrativa incuestionable.

En esta ocasión afronta el problema del cáncer en chicos que viven y hacen su vida en la planta cuarta de un hospital. Ha tardado tiempo en hacerla y también en que pase a la gran pantalla pr miedo a que los espectadores no vieran con bueno ojos el tema espinoso de esta enfermedad, máxime cuando se ceba en los jóvenes.

Una vez más, Marcero demuestra que su pulso y estilo cinematográficos son invariables. No ha tenido miedo en hacer esta obra aunque el asunto sea delicado. Pero él es consciente deque domina el equilibrio narrativo sin necesidad de caer en el fácil lagrimeo y compasión entre los espectadores.

Más bien, ha hecho un equilibrio de sabio de la imagen al mantener en juego continuo el dolor y el humor; las ansias de vivir, la ilusión y la vista en el futuro como remedios para salir- en muchas ocasiones- de esta lacra de que lleva a muchos y muchas a la muerte.

El guión está pensado al detalle juntamente con Albert Espinosa, el protagonista de cuanto se dice, se narra y se cuenta en la obra. Son hechos reales y no inventados, aunque a veces parezcan un poco inverosímiles.

Es admirable la narración de cada uno de los chicos que juegan y se lo montan como pueden por los pasillos del hospital. Todo se ve con naturalidad por parte de los protagonistas que ven venir a compañeros nuevos, que asisten a la curación de unos y al fallecimiento de otros.

Si siempre fue una característica suya la dirección de niños y jóvenes, en esta ocasión se ve más claro todavía su dominio en la dirección y su habilidad en saber sacar de ellos lo mejor que tienen. Película estimuladora