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IV Aproximación pastoral hacia los refugiados
La Iglesia puede animar el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en su misión de proteger la dignidad humana de los refugiados, y si hubiera necesidad, conducirlo adecuadamente hacia el más integral respeto de la verdad moral


Por: Pontificios Consejos para la Pastoral de la Salud, para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes y de la Familia | Fuente: La salud reproductiva de los refugiados



La introducción del Field Manual en las poblaciones de refugiados o de otras personas desplazadas no debe ser tomada a la ligera por los Pastores de almas que se ocupan de dichas personas en los campos o en otros lugares. La difusión del Field Manual es otra razón para que la Iglesia asegure una presencia pastoral más incisiva y no sólo asistencial en dichas situaciones. De este modo la comunidad cristiana, siguiendo la moral evangélica, proporciona su aporte específico, trabajando con todos los refugiados y las organizaciones dedicadas a este servicio.

Con frecuencia los refugiados y prófugos están privados de muchas cosas y necesitan en proporción a la necesidad efectiva, mayor amor, atención, solicitud y solidaridad activa de parte de los cristianos y de los Pastores que viven con ellos. Organizar la atención pastoral en favor de estas personas, asegurar su bien espiritual, su acceso a la palabra de Dios, al perdón sacramental, a la Eucaristía y a los demás sacramentos forma parte de la respuesta que los cristianos deben dar al mandamiento de Cristo de amar a sus hermanos.

Como es obvio, la Iglesia local, así como también la Iglesia Universal están comprometidas en la asistencia material, psicológica y médica de los prófugos. Las agencias católicas que se encargan de ayudarlos y socorrerlos, generalmente están vinculadas con una Conferencia Episcopal. Las Conferencias Episcopales, a su vez, en los países donde están presentes los prófugos, mantienen contacto con ellos a través de estas agencias y también a través de los propios medios de ayuda humanitaria. Estas instituciones de la Iglesia, al colaborar en este tipo de asistencia, bajo la responsabilidad de las Conferencias Espicopales, precisamente por su fidelidad a Cristo, mostrarán particular respeto por la persona de los prófugos y por sus derechos, cualesquiera fuesen sus condiciones de vida o su religión. Los Pastores de almas que se acercan a los prófugos para asistirlos espiritualmente, asumen también el deber de promover entre ellos un sentimiento propio de dignidad, de auto-respeto, de respeto recíproco, y de difundir con su ejemplo solicitud y respeto entre el personal que ayuda a los prófugos y entre los varios responsables.

V Problemas pastorales específicos

Por otro lado, la introducción del Field Manual on reproductive Health plantea problemas específicos a nivel pastoral y moral. La atención pastoral a los fieles requiere, de parte de toda Conferencia Episcopal, que se ocupe también de su salud física. Entre estos fieles, hay personas que forman la población de los prófugos. Generalmente, se encuentran mal alimentados, debilitados, a menudo en precaria condición de salud. El Field Manual promueve la llamada salud reproductiva, en una perspectiva muy reducida. En vista de que la Iglesia, a través de sus organismos caritativos, con la ayuda de sus personas consagradas, de sus agentes sanitarios y médicos católicos, generalmente está muy presente a nivel ejecutivo en dichas situaciones de refugiados, los Pastores deben vigilar para que no se insinúen aquellas prácticas del Field Manual consideradas como inmorales.

Ante todo, es un deber para los pastores vigilar sobre el respeto de las personas refugiadas y de sus derechos. Esto implica conocer a los refugiados y a los agentes de la salud que los asisten, conquistar su confianza, escuchar sus llamadas, estar atentos a toda confidencia.

Uno de los deberes de los agentes pastorales y de los laicos cristianos, involucrados en el servicio a los refugiados, es el de la formación. No se trata de dar únicamente información sanitaria sino de tener en cuenta la ética fundada en la Palabra del Evangelio, en todo su alcance y con la permanente llamada a la santidad, cualesquiera que sean las condiciones existenciales del cristiano. A través de dicha iniciativa, se presentará la visión cristiana de la vida y de la sexualidad humana y de sus exigencias, así como también la enseñanza del Magisterio de la Iglesia acerca de la inmoralidad de la cooperación al aborto, a la esterilización y a la anticoncepción. Ante todo, se tratará de conceder tiempo y atención a los niños y a los adolescentes refugiados, organizando en lo posible encuentros con ellos para prepararlos al verdadero amor y en vista de su futuro noviazgo y matrimonio. Se hablará también de SIDA y de su prevención a través del respeto de la dignidad de su propio cuerpo.

En fin, los pastores de almas, según sus posibilidades, ofrecerán al personal de salud que se ocupa de los refugiados, una ayuda espiritual específica. Los agentes de la salud y los médicos que trabajan en este ambiente a menudo son extranjeros, voluntarios, llenos de solicitud y de gran corazón, que muchas veces están sometidos a cierta incomodidad por las difíciles condiciones en las que deben trabajar con pocos medios a su disposición. Todo esto podría llevarlos a dejar de lado las exigencias de la verdad moral. De aquí que podrían ser impulsados a aplicar a los prófugos los medios aparentemente más simples e inmediatos, informando de modo insuficiente a la persona en tratamiento, especialmente cuando existen problemas de lengua para comunicarse. Por consiguiente, es importante establecer buenas relaciones humanas con los agentes sanitarios, médicos y cooperadores, animándolos, valorando su servicio y recordándoles la palabra de Dios. Si entre ellos se encuentra personal católico, éste debería recibir una asistencia especial, catequética y sacramental, así como también una información clara con respecto a la enseñanza de la Iglesia en materia de moral referente a la familia y a la sexualidad.

Conclusión

La Iglesia Católica no puede dejar de escuchar el grito de los más pobres, de los más débiles, de los que no pueden intervenir en las decisiones que se toman con respecto a ellos. La Iglesia los acoge, los sostiene y los defiende contra toda tentativa autoritaria o manipuladora perpetrada contra ellos. En esta perspectiva se desenvuelve su relación con ACNUR: efectivamente, con su conocimiento de la naturaleza humana y su visión ética, la Iglesia puede animar a ACNUR en su misión de proteger la dignidad humana de los refugiados, y si hubiera necesidad, conducirlo adecuadamente hacia el más integral respeto de la verdad moral y de la dignidad de las conciencias personales. En este sentido, la relación entre la Iglesia católica y ACNUR con respecto a la asistencia a los refugiados, será cada vez más estrecha y fructífera. Es con este espíritu de colaboración que presentamos estas indicaciones acerca del Field Manual on Reproductive Health in Refugee Situations.

Ciudad del Vaticano, 14 setiembre 2001, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.
Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud
+ Javier Card. Lozano Barragán, Presidente
+ José Luis Redrado Marchite, O.H., Secretario

Pontificio Consejo para la Pastoral
de los Migrantes e Itinerantes
+ Stephen Fumio Hamao, Presidente
Rev. P. Michael A. Blume, S.V.D., Subsecretario

Pontifico Consejo para la Familia
Alfonso Card. López Trujillo, Presidente
+ Francisco Gil Hellín, Secretario.

Si deseas consultar el documento completo:

La salud reproductiva de los refugiados

Aspectos preocupantes en el Field Manual

(64) Acerca de los valores negativos presentes en la « mentalidad anticonceptiva » (bien diferente del ejercicio responsable de la paternidad y maternidad realizado en la plena verdad del acto conyugal), cf. Juan Pablo II, Carta encíclica Evangelium vitae, n. 13.







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