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La ría y los moliceiros
Por la carretera local pronto aparecen las tranquilas aguas de la desembocadura de varios ríos -el más caudaloso el Vouga- que con su salida dibujan este delta de marismas


Por: Jose Luis Lago | Fuente: Viajar.com



La estrada sigue el trazado de la ría, a través del alargado y estrechísimo cabo en el que el océano queda al oeste y la ría al este. El Atlántico queda increíblemente cerca, paralelo a la carretera, pero como la vía discurre por la ría, el gigante salado te será invisible durante este recorrido.


Embarcaciones de la antigüedad


Junto a la orilla de la ría ya podrás ver varados los curiosos y llamativos barcos llamados “moliceiros”, unos veleros con los que se recogía el “moliço”, un alga de la zona utilizada como abono. Estas naves destacan por sus colores chillones y la forma curva de su proa elevada, que recuerda a los navíos vikingos, incluso, por qué no, a las canoas de los indios del Far West.


Curiosas y bellas naves, de cierto volumen y longitud, dan una personalidad propia y colorido a estas aguas, deslizándose con sus velas blancas al viento. Además, es importante que te fijes en sus singulares dibujos pintados en sus extremos, que en forma de cuadros plásticos, ornamentan la embarcación. Las dibujos suelen estar basados en lemas satíricos, religiosos o con cualquier otro tipo de ocurrencia popular y espontánea.


Durante la fiesta de San Paio de Torreira, en torno al 8 de septiembre, se realiza la tradicional romería por la ría con estos veleros de casi 15 metros, que embellecen estas tranquilas aguas con sus caprichosas curvas y su silueta anacrónica. Puedes comprar réplicas en miniatura de “moliceiros” en la Oficina de Turismo de Torreira, realizadas por un artesano local.


Torreira, en el corazón de la ría, es un pueblo de pescadores en el que las edificaciones veraniegas modernas comparten territorio con una identidad eminentemente marinera y labriega. De hecho, en el pequeño pueblo hay dos puertos tan distintos como próximos; el de yates de ricos forasteros, tipo club náutico, y a escasos cien metros, el de barcas de madera y “moliceiros” de inconfundible sabor marinero. La calle central separa en apenas un kilómetro a la ría del impresionante y blanco arenal Atlántico, donde se realiza la “Xávega”, arte pesquero que te explicamos en este reportaje.


La carretera acaba en San Jacinto, al final de la punta del estrecho y alargado cabo que hemos recorrido desde Ovar. En las dunas de este pequeño pueblo puedes realizar una ruta de senderismo por sus elevadas dunas y observar aves migratorias. Te recomendamos que te traigas unos prismáticos, tanto para contemplar esta bello entorno de Sao Jacinto, como para la ruta en general, que te permitirá ver todos estos encantos naturales o las lejanas faenas de los pescadores que navegan por el interior del estuario.


En San Jacinto tienes dos posibilidades para llegar hasta Aveiro, volver por la carretera y bordear toda la ría hasta llegar a esta capital de la comarca o aparcar el coche y embarcar en un servicio de pasajeros, que además te permitirá disfrutar de una ruta marítima por la ría en apenas 40 minutos. Además de tardar un poco menos que con el vehículo, resulta un viaje muy económico; menos de 700 pesetas ida y vuelta. En el puerto de Aveiro hay una conexión directa del barco con un autobús, que te dejará en el centro de la ciudad.



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