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La educación de la madre y su reflejo en el éxito o fracaso de los hijos
Los hijos que sobresalen, en cualquier ambiente, pobre o rico, son los que tienen una madre bien educada, que ha transmitido con su ejemplo y con buenas lecciones didácticas, lo que sabían, sentían y aprendían


Por: Francisco Grass (en colaboración con Pilar Maiz) | | Fuente: A&A



La madre, además de sus obligaciones como cónyuge, tiene también la dedicación como institutriz, tutora, enfermera, nutricionista, chef, administradora económica, profesora doméstica, consejera sentimental, policía familiar, etc. Construye, más amores sólidos con los hijos y más sólidos los amores. No busca lo extraordinario, sino hace extraordinario lo ordinario. Actúa en el presente, para cambiar el futuro. Asume la realidad que le toca vivir, pero siempre está dispuesta a seguir luchando para mejorarla. Ayuda a lograr un amor con una base sólida, con puntos muy buenos, como el lograr sacar provecho de los conflictos y capitalizarlos.

Cuanto más educada esté una madre, más probabilidades de futuro éxito tienen sus hijos y por sentido contrario, cuanto menos educada esté la madre, más probabilidades de fracaso tienen los hijos. Los hijos que sobresalen, en cualquier ambiente, pobre o rico, son los que tienen una madre bien educada, que ha transmitido con su ejemplo y con buenas lecciones didácticas, lo que sabían, sentían y aprendían.

La madre tiene que tener bien presente, que ante el desgraciado número de divorcios, cada día en aumento, tendrá que prever la posibilidad de que le ocurra a ella y de las soluciones que tiene para poder seguir, con el mantenimiento y educación de los hijos, que probablemente se quedarán con ella. Por lo tanto, tendrá que prepararse económica, profesional y socialmente, para disminuir el gran choque que supone esa nueva situación.

La madre junto al padre, forman una unidad de destino y ambos, tienen iguales funciones, innegociables e irrenunciables, en sus obligaciones de educar a sus hijos. Podrán ceder la tarea de educar a sus hijos, pero nunca podrán ceder la responsabilidad de hacerlo. Pueden tener diferencias muy significativas en la forma, pero no en el fondo, sobre la educación de los hijos. Esas diferencias tienen que ser complementarias, pero que nunca les eximan de sus principales obligaciones. Algunas veces tendrá que actuar, como el policía bueno y el policía malo, pero siempre de común acuerdo entre ellos y en beneficio de sus hijos.

La madre no tiene que ser tan perfeccionista, que avinagre la existencia de los hijos, por sus continuas reprimendas ante cualquier caso, por muy pequeño que sea. Debe tener el difícil criterio de saber estirar y soltar, como en la pesca de la trucha, hasta conseguir los objetivos, que como madre se haya propuesto. Tienen en sus genes la educación innata, para la crianza y para enseñar a sus hijos desde que nacen, a abrirse paso en la vida inculcándoles las virtudes y valores humanos, que la madre conozca y practique.

La madre debe aprovechar cada fallo de los hijos, como ejemplo para conseguir dar un paso hacia la perfección de ellos. Es más importante aprovechar el fallo de los hijos, para intentar su mejora, que para ponerles un castigo que algunas veces, no lleva a que se den cuenta de las alternativas de superación que podrían obtener con ese fallo. Tiene que ser realista y que lo importante no es mediar las veces que los hijos se caen, sino las veces que ella ha contribuido, a que se levanten. Las madres tienen que poner el listón de la educación, en lo más alto posible, para que los hijos traten de alcanzarlo. Si ponen bajas las expectativas de éxito en la educación religiosa, escolar, familiar y social, desgraciadamente es casi seguro, que se cumplirán, aunque hubieran podido llegar mucho más lejos si se lo hubieran propuesto, y les hubieran guiado por el buen camino de la disciplina y la responsabilidad.

74 virtudes y valores humanos que la madre debe aprender, practicar y enseñar a los hijos, con independencia de las que, como cónyuge, le correspondan:

Abnegación. Alegría. Amabilidad. Amistad. Amor. Autodisciplina. Bondad. Diligencia. Disciplina. Carácter. Coherencia. Comprensión. Confianza. Conocimiento. Constancia. Control. Conversación. Coraje. Cordialidad. Dar. Desprendimiento. Dialogo. Discreción Educación. Ejemplo. Entrega. Entusiasmo. Escuchar. Esfuerzo. Espíritu crítico. Fe. Fidelidad. Formación. Fortaleza Generosidad. Honestidad. Humildad. Humor. Justicia Liderazgo. Madurez. Obediencia. Objeción de conciencia. Optimismo. Oración. Orden. Paciencia. Paz. Perdón. Perfección. Perseverancia. Piedad. Plan de vida. Prudencia. Pudor. Puntualidad. Rectitud. Reflexión. Religiosidad. Respeto. Responsabilidad. Sacrificio Serenidad. Sinceridad. Solidaridad. Servicio. Templanza. Ternura. Tiempo. Tolerancia. Trabajo. Verdad. Vergüenza. Voluntad. Etc.

Los hijos no heredan de la madre solamente sus rasgos genéticos, sino también una gran parte de la buena o mala educación que tiene ella. Me refiero a la educación como conjunto de formación académica, religiosa, de virtudes y valores, familiar, social, artística, etc. La madre representa las raíces familiares y hace que todo el entramado del árbol familiar, tenga sus sustentos en esas raíces. Por eso dejan una impronta imborrable en la educación de los hijos, que se va consolidando a medida que van pasando los años, donde la madre ejerce su función insustituible de educar a los hijos. Pasan los años y se siguen acordando de la mayoría de las cosas que les dijo su madre. El espíritu y la educación de la madre dominan en los hijos, principalmente hasta la adolescencia, creando los cimientos necesarios, para la vida que va a tener que llevar. A partir de la adolescencia la figura del padre, de ordinario más razonable y menos instintiva, empieza a afianzarse en los conceptos educativos, realizados por la madre.

Es fundamental que la madre esté perfectamente equilibrada, en los campos espiritual, físico y mental, para que su educación y la que proyecte, sea la más provechosa para sus hijos. Si nota o le notan algún fallo en estos equilibrios, por el buen fin de sus hijos, tienen que poner los medios para corregirse o que se los corrijan.

Según todos los estudios multidisciplinarios internacionales, está perfectamente demostrado hasta la saciedad, la gran influencia positiva, que tienen las madres en el éxito o fracaso de los hijos. El éxito moral, económico y profesional de los hijos, depende principalmente de la educación de las madres. Desgraciadamente, muchos padres solamente se dedican a proveer de medios económicos a la familia, (cosa muy importante e imprescindible) pero son las madres, las que transmiten a los hijos la educación. Los padres tienen otras funciones muy importantes, que complementan y equilibran las relaciones familiares. Entre otras practicar el ejercicio de poner límites y asegurar, que la educación que transmite la madre, sea puesta en práctica.

Es muy importante que las madres tomen conciencia del papel tan vital, que juegan en la vida de sus hijos, para que a su vez se cuiden y se mantengan bien espiritual, física y sicológicamente. Han sido, son y serán siempre, las multiplicadoras de la felicidad y del bienestar de los hijos. Una madre estable, educa hijos estables.

3 conceptos principales en la educación de las madres:

Espiritual:
La madre en la educación religiosa y formación de costumbres, desde la cuna, es su principal inculcadora en los hijos. Cuando les reza una oración sencilla al levantarles, acostarles, darles de comer, salir de la casa, etc. pues ellos la van memorizando y así cuando empiezan a balbucear, vayan formando sus palabras, introduciéndoles poco a poco las virtudes y valores humanos, para que se conviertan en costumbres, posteriormente en hábitos y finalmente, pasen a ser una parte importante del quehacer diario de los hijos.

Físico: Cuidar su propia salud, su aspecto físico y alimentación, mirando bien los conceptos nutricionales, para poderlos utilizar con sus hijos en las prácticas alimentarias y en el mantenimiento de su salud, para que vayan cogiendo el habito de las buenas costumbres alimenticias, incluyendo el disfrute de los buenos alimentos.

Mental: Buscar un buen equilibrio mental, para que se pueda reflejar en los hijos, evitando las alteraciones y posiciones fuera de control emocional, porque los hijos absorben todo y aprenden inmediatamente lo que ven y sienten, reflejándolo posteriormente en su comportamiento externo. Una madre sana mentalmente, va a promover también la salud mental en sus hijos y el amor incondicional, lo que les permitirá enfrentar la vida con fortaleza.

La madre es el comienzo del maravilloso milagro de la vida. También tiene que ser la fuente de las virtudes y valores humanos, que alimente esa vida. Para poder hacerlo, tiene que estar llena esa fuente, de lo que los hijos necesitan para desarrollarse y triunfar.

Las madres no tienen preferencia por determinados hijos. Tratan a todos por igual, aunque algunas veces parezca que por su trato diferente, ofrecen alguna diferencia a favor de determinado o determinados hijos. Suele interpretarse como diferencia de trato, lo que en realidad es adaptar su dedicación, en función de las necesidades o características especiales de cada hijo. No ponen la misma cantidad de comida a todos los hijos, la ponen en función de sus necesidades físicas.

Está demostrado que las familias monoparentales, dirigidas por la madre, son las que mejor sacan adelante a los hijos. La madre, en su caso, se encarga de educar y si fuera necesario, comparte el trabajo fuera de la casa con el familiar. En la mayoría de los casos en los que el padre es el cabeza de la familia monoparental, suele ser un desastre familiar y los hijos, tienen muchas menos probabilidades de éxito en la vida.
Hoy encontramos a muchos padres, ejerciendo funciones reservadas hasta hace poco, solo a las madres. Actualmente, algunos padres son los que dan la comida, cambian pañales, van al colegio y al médico, leen cuentos y están pendientes a toda hora de sus hijos. Esto está bien, siempre y cuando el niño no termine con dos ´mamás´ y sin nadie que ejerza la labor de padre. Los cónyuges, con funciones diferentes, son los que mejor crían a los hijos, puesto que esto les da más equilibrio a los niños y facilita el papel que juega cada padre. Es también importante para los hijos, saber qué esperar de cada uno, pues les tranquiliza.

La madre siempre da lo mejor de sí. Lo hace con gran amor y entrega, sin contar las horas, el esfuerzo, ni esperar nada a cambio. De ahí viene la frase: "Madre no hay más que una". También hay la contra frase de los hijos: "Madre no hay más que una, porque si hubieses dos, no hay quien aguante" Pero al final, es siempre como broma. Realmente la madre quiere de una forma especial. De ahí que su ausencia en la crianza de los hijos, sea tan dolorosa.

Es muy importante que las madres, tomen conciencia del papel tan vital, que juegan en la vida de sus hijos, para que a su vez se cuiden y se mantengan bien física y sicológicamente. Recordemos que las madres, serán siempre las multiplicadoras de la felicidad y del bienestar. Una madre estable, educa hijos estables. Si las madres avanzan, por el camino de los valores, los hijos reflejarán sus enseñanzas y a su vez, serán buenos miembros de la sociedad.

La madre en la educación religiosa. Esa maravillosa costumbre de agradecer, por lo que recibimos, se mantendrá toda la vida y se practica en todas las religiones. Así se adquieren las virtudes y valores humanos, a los que desde niños se van acostumbrando y posteriormente perduran. También los hijos enseñan a rezar a las madres, cuando les recuerdan que no lo han hecho. Incluso ayudan a las madres a practicar las virtudes y valores humanos, principalmente la paciencia, la constancia, las cuales al verlas en la madre, junto a la austeridad, marcan las bases de su carácter futuro.

La madre en la educación preescolar, va enseñando mientras juegan, lo que marca una gran diferencia para los niños, que se traduce en un mejor rendimiento escolar, en la futura educación y a lo largo de su vida intelectual. No es necesario que la madre sea una intelectual, ni con gran preparación académica, lo importante es que inculquen lo básico en cada edad y sobre todo, la atención que les presta. La maternidad da un sentido especial a las madres, para actuar en cada momento. Solo tienen que escucharlo.

La madre educa en la nutrición familiar, pues debe de formarse e informarse muy bien, sobre los alimentos que prepara y organiza, incluso transmitiéndolo a los hijos, pues una buena alimentación, ayuda a los hijos a crecer más y más fuertes. Sin embargo, comer bien, no sólo favorece el desarrollo físico, pues en el equilibrio de los nutrientes esenciales que asimila nuestro organismo, también están los que contribuyen al desarrollo intelectual y emocional. Así se consigue una familia sana y un mejor rendimiento escolar y profesional, de toda la familia. El desconocimiento en torno a la nutrición es un grave riesgo y en muchas ocasiones, aunque sepan de la existencia de determinados alimentos, forma de prepararlos y puedan adquirirlos, si ignoran los beneficios que éstos tienen, sobre el crecimiento físico e intelectual de los hijos, están creando un problema futuro.

La madre educa en la economía familiar, desde que los hijos están en la cuna, aunque los medios sean muy limitados, utilizando su formación, entrega, interés y sentido materno.

22 situaciones en las que las madres son criticadas por sus hijos, aunque las hagan en beneficio de ellos:

1. Cuando cuestionan la procedencia de dinero, ropas u objetos que poseen los hijos.
2. Cuando dicen que no a los hijos, aun a sabiendas que los hijos no le comprenderán y le odiarán por no haberles complacido.
3. Cuando ganan las batallas en beneficios de los hijos, que al final son las mismas batallas que les beneficiarán a ellos.
4. Cuando hacen saber a los hijos, que determinados amigos, no son buenas compañías.
5. Cuando hacen volver a la tienda a pagar los objetos, golosinas o revistas, que los hijos han sustraído y les obliga a que reconozcan, públicamente, su mala acción para que no reincidan.
6. Cuando impide que los hijos adolescentes, cometan experiencias desagradables, que puedan estar relacionadas con las drogas, alcohol, robos, vandalismo, sexo, etc.
7. Cuando investigan en el Internet y en el teléfono, las páginas y personas que visitan o con las que mantienen relaciones.
8. Cuando limitan los programas y tiempos, para ver la televisión y la permanencia en las pantallas electrónicas, sin supervisión.
9. Cuando lloran decepcionadas de la conducta, por las cosas que hacen mal los hijos.
10. Cuando no concede permisos, para ciertas cosas perjudiciales, porque las madres saben que lo hacen en beneficio presente y futuro de los hijos.
11. Cuando no dan permiso para salir por la noche, hasta que demuestren su responsabilidad en horarios, comportamiento, amistades y dominio de las cosas peligrosas.
12. Cuando no les da el mismo dinero y cosas materiales, que a los compañeros de sus hijos, porque saben que no les conviene tenerlo, puedan o no dárselo.
13. Cuando no permiten llevar determinadas ropas, tatuajes y perforaciones, que atentan contra los valores morales y de salud, enseñados en la familia.
14. Cuando permiten que los hijos asuman las responsabilidades de sus acciones, aunque las penalidades, sean tan duras, que les parten el corazón.
15. Cuando piden a los hijos que traigan a sus amigos a casa, para conocerlos mejor, antes de darles permisos de salida.
16. Cuando ponen para almorzar carne, pescado, legumbres, arroz, verduras, huevos, frutas, cereales etc. y para beber agua. Pero otros amigos comen con más frecuencia, de lo conveniente para la salud, “comida chatarra” pizza, hamburguesas, patatas fritas, golosinas, helados, etc. y para beber coca-cola.
17. Cuando ponen reglas a los hijos y les preguntan a dónde van a ir, con quién van a estar y a qué hora regresarán.
18. Cuando quieren conocer a los amigos de los hijos, y qué hacen en los ratos en que están juntos, exigiendo que siempre digan la verdad, porque la madre sabe leer el pensamiento.
19. Cuando se empeñan en conocer a los familiares de la casa, donde sus hijos van a visitar, a pasar la noche, o el fin de semana.
20. Cuando se levantan por la noche, a la llegada de los hijos, para saber si la fiesta había estado bien y para conocer el estado físico de los hijos.
21. Cuando se pasan dos horas de pies, presenciando como los hijos arreglan su habitación, aunque esa tarea la podía haber hecho ella, en quince minutos.
22. Cuando trasgrediendo un mal entendido derecho de privacidad de los hijos, revisan sus habitaciones, mochilas y ropas, en busca de cosas delatoras de actividades no permitidas y peligrosas para ellos.
 

 

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