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Los albores de la Renovación Carismática
Sucedió como si allí se estuviera escribiendo el primer capítulo de un nuevo libro de los Hechos Apostólicos


Por: P. Diego Jaramillo, cjm | Fuente: www.rccperu.org



En 1961 el Papa Juan XXIII oró para que el Espíritu Santo renovara en la Iglesia las maravillas de un nuevo Pentecostés (Constitución Apostólica "Humanae salutis", n. 21). La década del 60 fue testigo de cómo Dios respondió a la oración del Pontífice. El Concilio Vaticano II fue un pasar del Espíritu Santo por nuestro tiempo.

Otra presencia del Divino Paráclito ha sido la Renovación Carismática que, en pocos años, invadió el mundo católico. ¿Cuándo y dónde comenzó? La respuesta es difícil de dar. Ocurre como las burbujas cuando el agua empieza a hervir; van brotando simultáneamente en varios lugares.

Así ha ocurrido en la Iglesia, en estos años, caldeada por el fuego del Espíritu Santo.

En la década de los 60 en las universidades de Nuestra Señora (Notre Dame), en South Bend (Indiana), y en la de Duquesne, en Pittsburgh (Pensilvania), se formaron grupos de estudiantes y profesores deseosos de vivir ardientemente la fe: vigilias bíblicas, asambleas de canto y enseñanza, oración espontánea, misas juveniles seguidas de ágapes para compartir, etc., eran expresiones normales vivencia fraternal que, sin embargo, como tanta obras e intentos de los hombres languidecían tras el primer entusiasmo. Sin embargo un grupo de profesores y alumnos empezó a surgir. Entre ellos se trabó gran amistad y los nexos que anudaron entre sí les permitieron luego formar una base de apoyo para la Renovación.

Quizá el pionero fue Ralph Keifer, laico, casado, profesor de teología en Notre Dame en 1965, y luego residente en Pittsburgh. Cerca de él, su amigo William Storey quien, tras ingresar a la Iglesia Católica, había llegado a ser profesor de liturgia e historia eclesiástica y fundador de la asociación Xi Rho. Estos dos letras del alfabeto griego, que son las primeras del nombre de Cristo, suelen formar un anagrama conocidísimo, el Crismón. El grupo Xi Rho, pretendía estudiar la Biblia, unirse en la oración y fomentar las experiencias comunitarias a que aluden los Hechos Apostólicos (2,42). Sin embargo los ideales no se lograban y el grupo buscaba nuevas metas como la de ayudar a los alcohólicos. Era una crisis de identidad que se iba agravando desde 1964 hasta 1966. Mientras eso sucedía, en Pittsburgh algunos jóvenes cursillistas buscaban por su cuenta cómo cumplir la voluntad de Dios.

Los cursillos de Cristiandad son una experiencia de conversión cristiana que en 1949 suscitó en España el obispo Juan Hervas, en compañía del teólogo Juan Capó y del laico Eduardo Bonnin, influenciados por el pensamiento de Cardenal Suenens, del teólogo Ives Congar, y del pastoralista Padre Georges Michonneau. Los Cursillos se iniciaron en Estados Unidos en 1957. Cuatro años después se realizó el primer Cursillo en inglés.

La noticia de los cursillos llegó a los líderes cristianos de las universidades antes mencionadas, que vieron en ellos una especie de renovación. Eran estos líderes Steve Clark, estudiante de filosofía en la Universidad de Yale, quien había pasado a la Iglesia católica desde el protestantismo. Steve Clark trabajó de 1963 a 1965 en Notre Dame. Al lado de Steve Clark estaba Ralph Martin, alumno de filosofía de Notre Dame (1960-1964), de tendencias ateas, quien preparaba una tesis sobre Nietzsche.

Precisamente, argumentando y atacando la fe cristiana, conoció a Clark. Asistió al segundo cursillo en Notre Dame en 1964 y allí se convirtió a la fe de modo tan radical que al principio nadie quería creer que fuera el mismo que protestaba porque en su apartamento que compartía con Felipe O´mara, éste organizaba reuniones cristianas. Ralph y Steve pasaron juntos las Navidades de 1965 y en ellas proyectaron un retiro espiritual que realizarían en 1966. Fue entonces cuando se comprometieron a trabajar en los cursillos, como miembros de la junta directiva nacional.

Otros amigos o alumnos de Keifer en Notre Dame fueron George Martin, quien a los 18 años había hecho un retiro ignaciano que marcó su vida, y en Notre Dame estudiaba filosofía y escribía una tesis sobre Kierkegaard; también la pareja de Kevin y Dorothy Ranaghan, estudiantes de teología y amantes de la liturgia, igualmente Bert Ghezzi, presidente del grupo Xi Rho, con inquietudes teológicas, que había invitado a Hans Kung a Norteamérica, como conferencista, y además preparaba su tesis en historia; igualmente, Paul DeCelles, profesor de física en la universidad; se menciona también a Jim Cavnar, Gerry Rauch, Kerry Koller, Ralph Johnson, Jim Rauner y otros.

En diciembre de 1965 había terminado en Roma el Concilio Vaticano II. Nada de raro tenía pues que comenzaran a cosecharse sus frutos. Al terminar su retiro de verano, Steve Clark y Ralph Martin fueron invitados a inaugurar y clausurar la Convención Nacional de Cursillos, en Kansas City, en agosto de 1966. Luego viajaron a Lansing ya como miembros de las directivas nacionales. También allí se les designó dirigentes de la parroquia estudiantil de San Juan, en la universidad del estado de Michigan.

En el segundo semestre de 1966 los líderes cristianos, ansiosos de una renovación que sacudiera del marasmo su apostolado, empezaron a rezar diariamente "Veni, Sancte Spiritus", oración que la liturgia suele llamar "La Secuencia Áurea".

Por otra parte, Steve Clark proponía el estudio del libro "La Cruz y el Puñal", que narra el ministerio del pastor Wilkerson en Nueva York y la célebre historia de Nicky Cruz. Ralph Keifer encontró otro libro que tuvo gran influencia, "Hablan en otras lenguas", de Jhon Sherril y la obra "Compromiso y Liderazgo" de Douglas Hyde, un comunista inglés convertido al cristianismo. Motivado por lo expuesto en esos libros, y queriendo conocer en la práctica los grupos que en ellos se hablaba y la manifestación de los carismas, Ralph Keifer y William Storey establecieron en Pittsburgh contactos con Will Lewis, pastor episcopaliano de la Iglesia del Santo Cristo.

El pastor Lewis tampoco había vivido una experiencia pentecostal, pero los relacionó con la señora Betty Schomaker, parroquiana suya, que participaba en reuniones de oración. El encuentro con la señora Schomaker fue el 6 de enero de 1967, festividad de la Epifanía, es decir, de la manifestación de Cristo a todas las naciones. Ese día se pactó la asistencia a una reunión de oración para la semana siguiente, en su casa, situada en las colinas al norte de Pittsburgh.

Así llegó el 13 de enero de 1967, fiesta del Bautismo de Cristo, cuando descendió el Espíritu Santo sobre Jesús y lo ungió como el Mesías de Dios. En esa festividad, el grupo se congregó a las siete y media de la noche en casa de Florencia Dodge, y en él participaron cuatro católicos: Ralph Keifer y su esposa Bobbi, Patrick Bourgeois, y William Storey. Keifer y Bourgeois eran profesores de teología y Storey profesor de historia de la Iglesia. Cuando terminaba la reunión, Storey dijo: "Vine a recibir el bautismo del Espíritu Santo, y no me voy hasta que lo haya recibido". Un asistente al grupo oró por él diciendo: "Señor, Tú conoces su corazón y sus necesidades. Llénalo ahora con tu Espíritu".

Ocho días después, el 20 de enero, regresaron a dicho grupo Ralph y Patrick, pidieron que oraran por ellos y recibieron la efusión del Espíritu Santo.

Poco después, uno de ellos escribiría: "Fue como si hubiera entrado en un inmenso mar, sólo que el agua era Dios, el agua era el Espíritu Santo". Como resultado de ello, Keifer empezó a escribir cartas, a llamar por teléfono y a compartir con otros su experiencia. Los primeros contactados fueron una pareja de novios que se casaría meses más tarde, Paul Gray y Mary Ann Springle, estudiantes de teología de Duquesne. Con ellos organizaron Keifer y Storey un retiro para el grupo de Xi Rho; el tema escogido era "Las Bienaventuranzas, o cómo actúan los cristianos", pero a última hora se cambió por "Los Hechos de los Apóstoles, o como hacerse cristianos". Serían cuatro conferencias sobre los cuatro primeros capítulos de los Hechos y había que leer "La Cruz y el Puñal".

Paul debía dar la segunda conferencia y Mary Ann la tercera. Ambos recordaban su nerviosismo que sólo se calmó al invocar al Espíritu Santo. Todos sentían hambre de Dios, y cuando Keifer comenzó a orar con imposición de manos, se desataron las lenguas y la alegría.

Fue una experiencia de oración profunda, de vigilia y expectativa, de presencia de Dios: "Era como si Jesús estuviera caminando allí tocando a cada uno y dándole una misión". Su acción se manifestó cuando por haberse ido el agua, los dirigentes de la casa de retiros "El Arca y la Paloma" les pidieron que se retiraran.

Ellos oraron y pusieron a prueba a Dios para que solucionase el problema del agua. La sorpresa fue enorme cuando, al concluir la oración David Mangan se encaminó maquinalmente a un grifo para beber y el agua brotó con abundancia. Las crónicas guardan, además de los ya citados, algunos nombres de los participantes a ese retiro del 17 al 19 de febrero de 1967: Patty Gallagher Mansfield, Karin Sefcik, el Padre Healey y David Mangan. Éste fue precisamente el que planteó la gran pregunta: "¿No se podría renovar nuestra confirmación y suplicar al Espíritu Santo que volviera de nuevo sobre nosotros?". Y cuando el Espíritu Santo llenó a los participantes, Storey dijo: "El Señor Obispo se va a sorprender cuando sepa que todos fueron bautizados en el Espíritu Santo". Luego, Ralph Keifer empezó a usar la fórmula de "bautismo en el Espíritu" que, en ambientes metodistas, había usado desde finales del siglo pasado Charles Finney y que alude a la experiencia del Pentecostés personal vivido o renovado en cada bautizado.

Éste fue, pues, el pesebre de la Renovación Carismática para usar la expresión de Haral Bredesen, o según dice Patty Gallagher, sucedió como si allí se estuviera escribiendo el primer capítulo de un nuevo libro de los Hechos Apostólicos, obra a la que se designa también como "el Evangelio del Espíritu Santo".

Quince días después, el 4 y 5 de marzo, el fuego prendió en Notre Dame, donde Keifer había escrito y enviado luego, como misionero y testigo, a un amigo suyo. Allí, en casa de Kevin y Dorothy Ranaghan y de Bert y Mary Lou Ghezzi, se encendió la llamarada. También en Notre Dame los universitarios católicos habían buscado y sembrado con los retiros de fin de semana "Antioquía". Ese nombre quería recordar que en Antioquía los discípulos del siglo primero empezaron a llamarse "cristianos". Pero ni ellos, ni las marchas en pro de los derechos de los negros (como la de Selma, Alabama, en la que participaron con Martin Luther King), habían dado resultado. Ahora la universidad empezó a conmoverse y la renovación brotó con fuerza en South Bend, Indiana, y aunque ya el 13 de marzo alguien les preguntaba: "Ahora que han recibido el Espíritu Santo , ¿cuándo abandonarán la Iglesia Católica?", eso no sucedió, sino que se afirmaron en ella.

Dos años más tarde, el 14 de noviembre de 1969, apareció un informe de la Comisión de Doctrina de la Conferencia Nacional de los Obispos Católicos de los Estados Unidos. Ese informe, redactado por el Obispo Alexander Zaleski, de Lansing, Michigan, fue la primera carta de reconocimiento de la Renovación Carismática en la Iglesia.

A mediados de marzo vinieron de Michigan a Pittsburgh Steve Clark y Ralph Martin y recibieron el bautismo del Espíritu Santo. Luego, del 7 al 9 de abril con 40 estudiantes se presentaron a un retiro en Notre Dame. De ahí en adelante comenzó la siembra y la cosecha abundante por todos los continentes.

Recomendamos especialmente las siguientes lecturas sobre este tema:


Kevin y Dorothy Ranaghan, Pentecostales Católicos ; Logos International; Plainfield, N.J., 1971.
Edward D. O´Connor, C.S.C.,La Renovación Carismática en la Iglesia Católica;Lasser Press; México, 1973.
Benigno Juanes, S.J.,¿Qué es la Renovación Carismática y qué pretende?;Santo Domingo,1996.
P. Chus Villarroel O.P., La Renovación Carismática; Sereca, España.

 

 

 

 



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Juan Carlos Vázquez Castro
asesor de Catholic.net y
Coordinador diocesano de la Renovación Carismática Católica de Galicia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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