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¿Yuxtaponer o confrontar opiniones?
Ante el hecho innegable de la existencia de opiniones diferentes, ¿es mejor yuxtaponerlas, o habría que confrontarlas de modo preciso y riguroso?


Por: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net



 

El primer método, la yuxtaposición, consiste simplemente en presentar una opinión detrás de otra, sin dejar espacio a una confrontación sobre su eventual validez o sus errores. Para uno el aborto es un crimen, para otro está mal pero no debe ser penalizado, para otro es algo bueno pues evita traumas en la mujer, para otro es algo que depende de los puntos de vista subjetivos, para otro no tiene ninguna relevancia e incluso sería inútil discutir sobre el mismo...

El segundo método analiza una por una las posiciones que se desea considerar. Se detiene ante ella, ve sus puntos de fuerza, considera sus lados débiles. Dedica el tiempo que haga falta, hasta concluir, en la medida de lo posible, qué puede tener de válido y qué sería desechable.

Desde luego, este segundo método es mucho más trabajoso y exigente que el primero. Además, en temas especialmente complejos o debatidos, no será posible confrontarse con todos los puntos de vista, sino sólo con algunos, y quizá nunca se logre un análisis suficiente sobre los mismos.

Pero las ventajas de este segundo método son numerosas. Si en el método de la yuxtaposición, al menos teóricamente, uno aparenta no tomar posición por ninguno de los “bandos”, en el método del análisis y de la confrontación se dan pasos concretos para satisfacer una exigencia de la mente humana, que susurra incansablemente esta sencilla idea: no pueden tener un mismo valor posiciones contrapuestas o incompatibles entre sí.

En ocasiones discutir sobre cada punto de vista lleva a suponer que en las distintas posiciones hay algo de verdad y algo de error. Pero eso mismo es también una ganancia, que va más allá de la simple yuxtaposición de ideas. Uno podrá escoger lo válido que encuentre en posiciones diferentes, y dejará de lado lo caduco, erróneo o incluso injusto que encuentre en los diferentes puntos de vista considerados.

En cierto modo, ese era parte del método del inquieto Sócrates. No se contentaba con escuchar qué opiniones iban de aquí para allá, sino que encaraba a su interlocutor para que manifestase su propio punto de vista y, luego, de modo incisivo, para valorarlo en profundidad, para separar la valioso de lo espúreo.

En temas importantes, por lo tanto, lo mejor y más serio es dejar de lado yuxtaposiciones que no permiten avanzar hacia conclusiones razonables, para confrontar, seriamente, cada posición. Así será posible separar lo verdadero de lo falso, y habrá más luz en argumentos centrales para la vida de las sociedades y para el camino personal de cada ser humano.

 







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