Lo reconocieron al partir el pan |
Hispanos Católicos en Estados Unidos / | Homilías Mons. Enrique Díaz |
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net |
El camino de Emaús es semejante al camino de toda la humanidad y puede representar el camino de todo hombre y toda mujer. Todos hemos sentido en determinados momentos la decepción de un ideal o de unas propuestas que creíamos que eran solución y única verdad. Pero después cuando nos desilusionamos corremos el riesgo de abandonar todo: el ideal, el esfuerzo y la propia comunidad. ¿Por cuáles caminos he hecho caminar mis fracasos y mis tristezas? Hasta allá va Jesús y empareja su paso con mi paso vacilante.
No cuestiona, no acusa, simplemente acompaña. Es su encarnación acercarse al hombre que sufre y ha fracasado. Es también su encarnación de cada día que se avecina junto al que ha abandonado, decepcionado, toda su esperanza. Después de caminar, conversa, escucha, atiende. No condena. Al final, ofrece el camino de retorno: la escucha de la Palabra, el acercarse a una mesa y el compartir el mismo pan. Palabra, cercanía y compartir vida y pan, restauran las heridas y reaniman la fe.
Es el mismo proceso que hace con cada uno de nosotros. Para enfrentar a un mundo de oscuridad y de desesperanza, tenemos a Jesús que hace el camino con nosotros. Tenemos su Palabra que viene a iluminar las más oscuras realidades. Tenemos su compañía bajo el mismo techo y los mismos riesgos. Finalmente se convierte en pan que anima, fortalece y restaura la comunidad.
El camino de Jesús conduce a una casa comunidad que no deja a un forastero expuesto a los peligros de la noche. Allí está la mesa servida para hombres y mujeres que ya no son esclavos sino hijos, hermanos, hermanas y testigos de la vida. Con los discípulos de Emaús hoy también nosotros dejemos arder nuestro corazón en el amor de Jesús resucitado.