En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Respiro profundo e intento recogerme, me hago consciente de tu mirada, poco a poco consigo serenarme e integro los ruidos que me rodean. Espíritu Santo acompáñame en esta oración, ángel de mi guarda quédate junto a mí. Ahora me dispongo a leer este Evangelio como una carta de amor para mí.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 9, 14-29
En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar a donde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo. Él les preguntó: «¿De qué discutís?» Uno le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces». Él les contestó: «¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo». Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?». Contestó él: «Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos». Jesús replicó: «¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe». Entonces el padre del muchacho gritó: «Tengo fe, pero dudo; ayúdame». Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él». Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie. Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?». Él les respondió: «Esta especie sólo puede salir con oración».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Veo a Jesús bajando del monte y veo a los discípulos discutiendo. Veo al endemoniado y a su padre que duda del poder de Jesús, sin embargo, lo busca. Me conmueve la sencillez del padre para reconocer que duda y necesita ayuda para tener más fe. En medio de esta situación Jesús se enfoca en afirmar que “todo es posible al que tiene fe”. Me identifico con el padre y me pregunto: ¿en qué me parezco al padre de este endemoniado?
Me encuentro muchas veces con dudas y poca fe, pero aún así busco a Jesús. Sobre todo, en situaciones complicadas de mi vida, cuando no hay respuesta o cuando Dios calla y parece que no está allí, su reclamo resuena en mi interior: “Todo es posible al que tiene fe”.
Traigo a mi memoria los momentos en que la fe me ha alcanzado, tal vez no lo que pedía, pero sí me ha dado la oportunidad de encontrarme con Jesús, de aceptar la situación que vivo con paz. Me serena el corazón pensar que ya es un milagro tener en cada encuentro una mayor cercanía y amor por ti.
Estoy rodeado de un ambiente de poca fe. Como los discípulos, me desconcierto al ver mi impotencia de cambiar ciertas realidades y situaciones donde el mal parece ser más grande que el bien, sin embargo, Tú me invitas a vivir más cerca de ti para ser luz en la oscuridad.
«Las tentaciones vuelven siempre. El mal espíritu nunca se cansa. Fue expulsado: tiene paciencia, espera para volver. Al regresar a la casa la encuentra barrida y arreglada, y le gusta. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él, y se meten a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que al principio … Cuando el mal espíritu logra anestesiar la conciencia se puede hablar de su verdadera victoria: se convierte en el dueño de esa conciencia».
(S.S. Francisco, Homilía del 9 de octubre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Quiero cambiar de actitud, acercarme a ti con la certeza de haber recibido ya lo que te he pedido, y con la confianza de que, si no me lo das a pesar de mi insistencia, es porque tienes un mejor plan. “Creo Jesús, pero aumenta mi fe”.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.