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El Hijo del hombre tiene que ser levantado
Clero /Recursos y experiencias pastorales

Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la DiĆ³cesis de Irapuato |

3 Mayo

La Santa Cruz

Filipenses 2, 6-11: “Cristo se humilló a sí mismo; por eso Dios lo exaltó”

Salmo 77: “No olvidemos las hazañas del Señor. Aleluya”

San Juan 3, 13-17: “El Hijo del hombre tiene que ser levantado”


En muchos lugares, no sólo de nuestra patria, se ha desatado una violenta persecución contra los signos religiosos sobre todo en los medios oficiales y educativos. Es curioso cómo causa mayor preocupación que una cruz presida un salón, a que los jóvenes coloquen sus personajes o sus signos favoritos, muchas veces de dudosos significados, en los puestos de presidencia de los salones, de sus cuartos y sus espacios, casi como altares.

Causa escándalo que alguien se persigne en público, pero no causa escándalo que públicamente se denigre a las personas, se burlen de ellas o se les desprecie abiertamente. Hoy se nos propone levantar los ojos en alto y contemplar a Jesús en la cruz, como muestra del gran amor que Dios tiene por nosotros. La cruz, signo de ignominia y condena entre los pueblos, ha pasado a ser para nosotros signo de amor, de entrega y camino de triunfo.

Las palabras de Jesús a Nicodemo son muy válidas en nuestro tiempo: “Tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna”. Todos nuestros cerros, las obras en construcción, los ojos de agua y muchos lugares, más este día, se vestirán de gala en adoración a la Santa Cruz. Pero tendremos que tener cuidado que no quede en una celebración externa y que la cruz quede vacía de Jesús. La invitación es contemplar a Jesús en la cruz y experimentar su amor.

La invitación es también para que cada uno de nosotros cargue con alegría la propia cruz y se entregue en servicio y amor a los hermanos. La cruz de Jesús no es una invitación al dolor masoquista o una tapadera para no buscar solución a los problemas, al contrario: contemplar la cruz de Jesús nos compromete seriamente en la construcción del Reino sabiendo que Jesús muere por toda la humanidad, sin excluir a nadie. Sus brazos extendidos en la cruz abrazan a todos los hombres en una invitación a creer en Él para tener vida.

Aquel que ha compartido todos nuestros dolores y sufrimientos, nos invita a cargar su cruz para hacernos partícipes de su Resurrección. Este día de la Santa Cruz, al persignarnos por la mañana o por la noche, al hacer la oración para nuestros alimentos, al bendecir al hijo, a la pareja, a los migrantes, recordemos que Cristo desde su Cruz nos ofrece salvación si creemos en Él, si renunciamos a todo, si cargamos con nuestra cruz y lo seguimos.