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Criterios para evaluar programas de educación sexual (para padres y profesores)
Familias Católicas /Educar en la Sexualidad

Por: Dr. Álvaro Susín | Fuente: http://vidahumana.org

Dios nos creó a imagen suya, como hombre o mujer, por lo que sólo una educación acorde con nuestra naturaleza y destino eterno podrá ser digna de la persona humana y fuente de un desarrollo pleno y feliz.
 
El documento "Sexualidad humana: verdad y significado" (*), publicado por el Pontificio Consejo para la Familia en 1995, orienta de forma clara y precisa sobre los graves errores que se están cometiendo actualmente en el ámbito de la educación sexual de niños y jóvenes. Es realmente la voz del Magisterio de la Iglesia sobre este tema tan controvertido y delicado. Con agradecimiento y espíritu de fe los católicos acogemos la doctrina expresada en dicho documento como una guía segura para poder interpretar los diferentes programas de educación sexual. De él entresaco algunos puntos de reflexión que puedan servir para evaluar el tipo de programa de educación sexual que su hijo recibe, o bien, si es usted profesor, para que reflexione sobre el tipo de programa que imparte. La reflexión no se agota en estos puntos, por lo que animo a todos a que lean detenidamente y sin prisas el documento completo.
Dios nos creó a imagen suya, como hombre o mujer, por lo que sólo una educación acorde con nuestra naturaleza y destino eterno podrá ser digna de la persona humana y fuente de un desarrollo pleno y feliz.
 
1 - Los programas de educación sexual muchas veces llegan a deformar la conciencia cristiana de los jóvenes. Deberíamos caer en la cuenta de la gravedad de este hecho y poner los remedios convenientes. Somos responsables.
"La escuela, que por su parte se ha mostrado disponible para desarrollar programas de educación sexual, lo ha hecho frecuentemente sustituyendo a la familia y en general con fórmulas puramente informativas. A veces se llega a una verdadera deformación de las conciencias." (n. 1)
 
2 - Los padres son los principales educadores de los hijos, su función es insustituible. Este deber y derecho de los padres muchas veces es violado cuando no se les toma en cuenta.
"La Iglesia siempre ha afirmado que los padres tienen el deber y el derecho de ser lo primeros y principales educadores de sus hijos." (n. 5) "Además, los padres, habiendo donado y acogido la vida en un clima de amor, poseen un potencial educativo que ningún otro detenta: ellos conocen en manera única los propios hijos, en su irrepetible singularidad y, por consiguiente, poseen los secretos y los recursos del amor verdadero." (n. 7)
 
3 - La sexualidad no está al servicio de fines egoístas (obtención de placer) sino hacia el amor verdadero. Pensemos en los programas de educación sexual donde se infiltra ideología hedonista.
"El hombre, en cuanto imagen de Dios, ha sido creado para amar (...) El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano. Todo el sentido de la propia libertad, y del autodominio consiguiente, está orientado al don de sí en la comunión y en la amistad con Dios y con los demás." (n. 8)
 
4 - Toda educación que no alienta a la castidad es inmoral.
"La castidad es la afirmación gozosa de quien sabe vivir el don de sí, libre de toda esclavitud egoísta. La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. Toda persona sabe, también por experiencia, que la castidad requiere rechazar ciertos pensamientos, palabras y acciones pecaminosas, como recuerda con claridad San Pablo." (n. 18)
 
5 - Toda educación sexual que no enseña a luchar y a vencerse a sí mismo no es cristiana.
"Para algunos, que se encuentran en ambientes donde se ofende y desacredita la castidad, vivir de un modo casto puede exigir una lucha exigente y hasta heroica. De todas maneras, con la gracia de Cristo, que brota de su amor esponsal por la Iglesia, todos pueden vivir castamente aunque se encuentren en circunstancias poco favorables." (n. 19)
 
6 - Es un deber de los padres crear un ambiente apropiado que ayude a vivir la castidad: oración, televisión, modas, diversiones, etc.

"Es, pues, deber de los padres crear un ambiente de familia animado por el amor por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, que favorezca la educación íntegra personal y social de los hijos (...) Los padres son los primeros y principales educadores de sus hijos, y en este campo tienen una competencia fundamental: son educadores por ser padres." (n. 23)
 
7 - La educación remota para la castidad comienza ya en la infancia dentro de la familia. No bastan los buenos consejos. El ejemplo de los padres viviendo la castidad matrimonial es imprescindible.
"Mediante esta formación remota para la castidad en familia, los adolescentes y los jóvenes aprenden a vivir la sexualidad en la dimensión personal, rechazando toda separación entre la sexualidad y el amor —entendido como donación de sí— y entre el amor esponsal y la familia. El respeto de los padres hacia la vida y hacia el misterio de la procreación, evitará en el niño o en el joven la falsa idea de que las dos dimensiones del acto conyugal, la unitiva y la procreativa, puedan separarse según el propio arbitrio." (n. 32)
 
8 - Los padres no pueden delegar totalmente su papel educativo en otras personas o instituciones.
"El derecho-deber educativo de los padres se califica como esencial (...), original y primario (...), como insustituible e inalienable y que, por consiguiente, no debe ser ni totalmente delegado ni usurpado por otros (...) Ellos tienen el derecho de educar a sus hijos conforme a sus convicciones morales y religiosas, teniendo presentes las tradiciones culturales de la familia que favorecen el bien y la dignidad del hijo." (n. 42)
 
9 - Los padres deben evitar que la falta de pudor y modestia de la moda y la televisión viole la integridad del hogar.
"La práctica del pudor y de la modestia, al hablar, obrar y vestir, es muy importante para crear un clima adecuado para la maduración de la castidad, y por eso han de estar hondamente arraigados en el respeto del propio cuerpo y de la dignidad de los demás. Como se ha indicado, los padres deben velar para que ciertas modas y comportamientos inmorales no violen la integridad del hogar, particularmente a través de un uso desordenado de los mass media (...) Los padres, en cuanto receptores de tales medios, deben tomar parte activa en su uso moderado, crítico, vigilante y prudente." (n. 56)
 
10 - Para alcanzar estas metas la familia debe dedicar tiempo a la oración.
"Finalmente, recordamos, que para lograr estas metas, la familia debe ser ante todo casa de fe y de oración en la que se percibe la presencia de Dios Padre, se acoge la Palabra de Jesús, se siente el vínculo de amor, don del Espíritu, y se ama y se invoca a la Purísima Madre de Dios." (n. 62)
 
11 - Una información sexual separada de los principios morales abre el camino al egoísmo y al vicio.
"La Iglesia se opone firmemente a un sistema de información sexual separado de los principios morales, tan frecuentemente difundido, que no es sino una introducción a la experiencia del placer y un estímulo para perder la serenidad, abriendo el camino al vicio desde los años de la inocencia." (n. 64)
 
12 - La educación sexual en la escuelas la mayoría de la veces es inadecuada porque no permite una formación individualizada.
" Todo niño es una persona única e irrepetible y debe recibir una formación individualizada." (n. 65) "El proceso de madurez de cada niño como persona es distinto, por lo cual los aspectos tanto biológicos como afectivos, que tocan más de cerca su intimidad, deben serles comunicados a través de un diálogo personalizado." (n. 66)
 
13 - No es suficiente dar información sobre el sexo junto a principios morales. Es necesaria la constante ayuda para el crecimiento en la vida espiritual de los hijos.
Esto no sucede en la mayoría de las escuelas.
"La educación a la castidad y las oportunas informaciones sobre la sexualidad deben ser ofrecidas en el más amplio contexto de la educación al amor. No es suficiente comunicar informaciones sobre el sexo junto a principios morales objetivos. Es necesaria la constante ayuda para el crecimiento en la vida espiritual de los hijos, para que su desarrollo biológico y las pulsiones que comienzan a experimentar se encuentren siempre acompañadas por un creciente amor a Dios Creador y Redentor y por una siempre más grande conciencia de la dignidad de toda persona humana y de su cuerpo." (n.70)
 
14 - La educación para la castidad debe acogerse dentro del llamado de todo cristiano a la santidad.
"A la luz del misterio de Cristo y de su Iglesia, los padres pueden ilustrar los valores positivos de la sexualidad humana en el contexto de la nativa vocación de la persona al amor y de la llamada universal a la santidad." (n. 70)
 
15 - La educación sexual en la mayoría de las escuelas es de por sí inadecuada e impropia porque no respeta los años de la inocencia del niño.
"Desde la edad de cinco años aproximadamente hasta la pubertad (...), se dice que el niño está en fase, descrita en las palabras de Juan Pablo II, como "los años de la inocencia". Período de tranquilidad y de serenidad que no debe ser turbado por una información sexual innecesaria. En estos años, antes del evidente desarrollo físico sexual, es común que los intereses del niño se dirijan a otros aspectos de la vida (...) Los niños y las niñas de esta edad no están particularmente interesados en los problemas sexuales y prefieren frecuentar a los de su mismo sexo. Para no turbar esta importante fase natural del crecimiento, los padres tendrán presente que una prudente formación al amor casto ha de ser en este período indirecta, en preparación a la pubertad cuando sea necesaria la formación directa." (n. 78) "Sin embargo, este período de la niñez no esta desprovisto de significado en términos de desarrollo psico-sexual. El niño o la niña aprende, del ejemplo de los adultos y de la experiencia familiar, qué significa ser una mujer o un hombre." (n. 80)
 
16 - Gran parte de la educación sexual que se imparte actualmente es inadecuada porque pretende anular las diferencias naturales entre los sexos (ideología de género).
"No se han de ignorar ni minimizar las efectivas diferencias entre ambos sexos y, en un ambiente familiar sano, los niños aprenderán que es natural que a estas diferencias corresponda una cierta diversidad entre las tareas normales familiares y domésticas respectivamente de los hombres y las mujeres." (n. 80)
 
17 - La mayoría de los programas de educación sexual , al imponer una información sexual prematura, perturban el desarrollo normal de los niños. Los padres han de evitar los intentos de violar la inocencia de sus hijos.
"En ciertas sociedades, existen intentos programados y predeterminados de imponer una información sexual prematura a los niños. Sin embargo, éstos no se encuentran en condiciones de comprender plenamente el valor de la dimensión afectiva de la sexualidad. No son capaces de entender y controlar la imagen sexual en un contexto adecuado de principios morales y, por tanto, de integrar una información sexual que es prematura, con su responsabilidad moral. Tales informaciones tienden así a perturbar su desarrollo emocional y educativo y la serenidad natural de este período de la vida. Los padres han de evitar en modo delicado pero a la vez firme, los intentos de violar la inocencia de sus hijos, porque comprometen su desarrollo espiritual, moral y emotivo como personas en crecimiento y que tienen derecho a tal inocencia." (n. 83)
 
18 - La información de carácter sexual en la fase de la inocencia del niño tan sólo tratará de corregir la información inmoral errónea que haya recibido el niño.

"Una ulterior dificultad aparece cuando los niños reciben una información sexual prematura por parte de los mass-media o de coetáneos descarriados o que han recibido una educación sexual precoz. En esta circunstancia, los padres deberán de comenzar a impartir una información sexual limitada, normalmente, a corregir la información inmoral errónea o controlar un lenguaje obsceno." (n. 84)
 
19 - En la pubertad los padres han de estar especialmente atentos a la educación cristiana de los niños.
"La pubertad, que constituye la fase inicial de la adolescencia, es un tiempo en el que los padres han de estar especialmente atentos a la educación cristiana de los hijos; es el momento del descubrimiento de sí mismos y del propio mundo interior, el momento de los proyectos generosos, en que brota el sentimiento del amor, así como los impulsos biológicos de la sexualidad, del deseo de estar con otros; tiempo de una alegría particularmente intensa, relacionada con el embriagador descubrimiento de la vida. Pero también es a menudo la edad de los interrogantes profundos, de las búsquedas angustiosas e incluso frustrantes, de desconfianza en los demás y del repliegue peligroso sobre sí mismo; a veces también el tiempo de los primeros fracasos y de las primeras amarguras." (n. 87)
 
20 - En la pubertad, las explicaciones detalladas sobre la sexualidad deben confiarse a las madres cuando se trata de las hijas, y a los padres cuando se trata de los niños. Esta distinción no toma en cuenta en las escuelas donde se imparte una educación sexual despersonalizada y sin atender a los sexos, con el daño consiguiente que ocasiona.
"Los padres, partiendo de las transformaciones que las hijas y los hijos experimenten en su propio cuerpo, deben proporcionales explicaciones más detalladas sobre la sexualidad siempre que —contando con una relación de confianza y amistad— las jóvenes se confíen con su madre y los jóvenes con el padre." (n. 89)
 
21 - La mentalidad contraceptiva alentada por la educación sexual actual atenta gravemente contra la moral cristiana.

"La instrucción de las adolescentes y los adolescentes debe tender a resaltar la belleza de la maternidad y la maravillosa realidad de la procreación, así como el profundo significado de la virginidad. Así se les ayudará a oponerse a la mentalidad hedonista hoy tan difundida y, particularmente, a evitar, en un período tan decisivo, la "mentalidad contraceptiva" por desgracia muy extendida y con la que las hijas habrán de enfrentarse más tarde, en el matrimonio." (n. 92)
 
22 - Las dimensiones espirituales y morales deberán prevalecer siempre en toda educación sexual, lo que no ocurre en la mayoría de los programas impartidos en las escuelas.
"Por lo mismo, las dimensiones espirituales y morales deberán prevalecer siempre y tener dos concretas finalidades: la presentación de los mandamientos de Dios como camino de vida y la formación de una recta conciencia." (n. 94) "La formación de la conciencia exige, como punto de partida, mostrar el proyecto de amor que Dios tiene por cada persona, el valor positivo y liberador de la ley moral y la conciencia tanto de la fragilidad introducida por el pecado como de los medios de la gracia que fortalecen al hombre en su camino hacia el bien y la salvación." (n. 95)
 
23 - La educación sexual debe ser acorde con los puntos esenciales de la moral contraria, lo cual no suele ocurrir cuando se imparte en las escuelas públicas, y a veces incluso en algunas escuelas católicas, por contagio del ambiente.
"Deben, además, ser capaces de dar a los hijos, según las necesidades, una explicación positiva y serena de los puntos esenciales de la moral cristiana como, por ejemplo, la indisolubilidad del matrimonio y las relaciones entre amor y procreación, así como la inmoralidad de las relaciones prematrimoniales, del aborto, de la contracepción y de la masturbación. Respecto a estas últimas, contrarias al significado de la donación conyugal, conviene recordar que "las dos dimensiones de la unión conyugal, la unitiva y la procreativa, no pueden separarse artificialmente sin alterar la verdad íntima del mismo acto conyugal"." (n.102)
 
24 - La masturbación constituye un desorden grave, ilícito en sí mismo, que no puede ser moralmente justificado por ninguna educación sexual.
"En particular, la masturbación constituye un desorden grave, ilícito en sí mismo, que no puede ser moralmente justificado, aunque "la inmadurez de la adolescencia, que a veces puede prolongarse más allá de esa edad, el desequilibrio psíquico o el hábito contraído pueden influir sobre la conducta, atenuando el carácter deliberado del acto, y hacer que no haya siempre falta subjetivamente grave". Se debe ayudar a los adolescentes a superar estas manifestaciones de desorden que son frecuentemente expresión de los conflictos internos de la edad y no raramente de una visión egoísta de la sexualidad." (n. 103)
 
25 - Los padres tienen el deber de asociarse entre ellos para proteger la correcta educación de sus hijos ante los ataques de los programas hedonistas.

"Se recomienda a los padres asociarse con otros padres, no sólo con el fin de proteger, mantener o completar su misión de primeros educadores de sus hijos, especialmente en el área de la educación en el amor, sino también para contrarrestar formas dañinas de instrucción sexual y para garantizar que sus hijos se formen según los principios cristianos y en consonancia con su desarrollo personal." (n. 114)
 
26 - Las perversiones sexuales no han de tratarse a nivel general, lo cual no sucede en la educación que se imparte en las escuelas públicas, donde se explican con todo lujo de detalles.
"Las perversiones sexuales, que son relativamente raras, no han de tratarse sino a través de consejos individuales, como respuesta de los padres a problemas verdaderos." (n. 124).
 
27 - No se ha mostrar ningún material gráfico de naturaleza erótica a los niños o a los jóvenes de cualquier edad que sean, ni individualmente ni en grupo. Esta norma, por desgracia, también se olvida en muchos programas de educación sexual, donde se utilizan con profusión multitud de gráficos o videos.
"No se ha de presentar ningún material de naturaleza erótica a los niños o a los jóvenes de cualquier edad que sean, ni individualmente ni en grupo." (n. 126)
 
28 - Los padres deben velar para que la educación sexual suplementaria fuera de la casa sea acorde con la moral cristiana.
"Se recomienda a los padres seguir con atención cualquier forma de educación sexual que se imparte a los hijos fuera de casa, y retirarlos cuando no corresponda a sus principios." (n. 117). "No se ha de presentar ningún material de naturaleza erótica a los niños o a los jóvenes de cualquier edad que sean, ni individualmente ni en grupo." (n. 126).
 
29 - Con respecto a la esterilización y la contracepción, su exposición no se deberá realizar antes de la adolescencia, y deberá explicarse su carácter inmoral. Esto, también por desgracia, no es seguido por los programas de educación sexual de tipo público.
"En relación con la esterilización y la contracepción, su exposición no se deberá realizar antes de la adolescencia y se desarrollará sólo en conformidad con la enseñanza de la Iglesia Católica." (n. 137)
 
30 - Sobre los métodos naturales de regulación de la fertilidad (método de la ovulación, sintotérmico,...) se enfatizarán las profundas diferencias de tipo moral respecto a los métodos anticonceptivos. Tampoco esto se suele hacer, distorsionando además la información para desprestigiarlos.
"Se subrayarán los valores morales, espirituales y sanitarios de los métodos de la regulación natural de la fertilidad, indicando al mismo tiempo, los peligros, y los aspectos éticos de los métodos artificiales. Se mostrará especialmente la sustancial y profunda diferencia existente entre los métodos naturales y los artificiales, tanto en relación con el proyecto de Dios sobre el matrimonio, como en cuanto a la "recíproca donación total de los cónyuges" y la apertura a la vida." (n. 137)
 
31 - Los padres deben rechazar la promoción del llamado "sexo seguro", basada en el uso del condón como protección adecuada frente al SIDA.
"Otro abuso tiene lugar cuando se imparte la educación sexual enseñando a los niños, también gráficamente, todos los detalles íntimos de las relaciones genitales. Este mal se da hoy con frecuencia con el fin de ofrecer una educación para el "sexo seguro" (...), una política peligrosa e inmoral, basada en la teoría ilusoria de que el preservativo (condón) pueda dar protección adecuada contra el SIDA. Los padres deben insistir en la continencia fuera del matrimonio y en la fidelidad en el matrimonio como la única verdadera y segura educación para la prevención de dicho contagio." (n.139)
 
32 - También se debe rechazar como gravemente dañoso el llamado método de "clarificación de valores".
"Otro método ampliamente utilizado, y a menudo igualmente dañoso, es la llamada "clarificación de valores". Los jóvenes son animados a reflexionar, clarificar y decidir las cuestiones morales con la máxima "autonomía" ignorando, sin embargo, la realidad objetiva de la ley moral en general, y descuidando la formación de las conciencias sobre los preceptos morales específicos cristianos, corroborados por el Magisterio de la Iglesia. Se infunde en los jóvenes la idea de que un código moral ha de ser creado por ellos mismos, como si el hombre fuera fuente y norma de la moral. Este llamado método de clarificación de los valores obstaculiza la verdadera libertad y autonomía de los jóvenes durante un período inseguro de su desarrollo (...)Este método tiende a aliarse estrechamente con el relativismo moral, estimulando la indiferencia respecto a la ley natural y el permisivismo." (n.140)
 
33 - Los que promueven la instrucción sexual en la perspectiva del control demográfico no respetan los derechos de los padres en este ámbito.
"Los padres han de prestar atención también a los modos con los cuales la instrucción sexual se inserta en el contexto de otras materias, sin duda útiles (por ejemplo: la sanidad y la higiene, el desarrollo personal, la vida familiar, la literatura infantil, los estudios sociales y culturales, etc.). En estos casos es más difícil controlar el contenido de la instrucción sexual. Dicho método de la inclusión es utilizado especialmente por quienes promueven la instrucción sexual en la perspectiva del control de los nacimientos o en los países donde el gobierno no respeta los derechos de los padres en este ámbito." (n. 141)
 
34 - Hasta la catequesis puede ser manipulada para introducir informaciones sexuales, biológicas y afectivas, sin respetar el derecho de los padres a hacerlo según su prudente decisión. Cuidado con esto.
"Pero la misma catequesis quedará distorsionada si los vínculos inseparables entre la religión y moral fueran utilizados como pretexto para introducir en la instrucción religiosa informaciones sexuales, biológicas y afectivas, que sólo los padres han de dar según su prudente decisión en el propio hogar." (n. 141)
 

Pautas para una correcta educación de la sexualidad

Hoy nos encontramos en bastantes ocasiones en que se excluye a la sexualidad del compromiso total de la persona, de los valores éticos del amor y la fidelidad. Esto se refleja en la actual polémica a propósito de la educación sexual que se quiere impartir en los centros educativos públicos de muchos países. Las siguientes ideas, muchas de ellas procedentes del Dr. López Quintas*, nos ayudarán a tener un sentido correcto del tema.

1. No basta con información sexual

Impartir información sexual sin acompañarla de formación para el amor puede ser contraproducente. La educación integral no se conforma con lo intelectual, debe abrirse a la voluntad, a los sentimientos, a los valores. Lo contrario es como enseñar a conducir un carro a un chico, sin enseñarle las normas de tránsito, lo gratificante que resulta conducir bien y los peligros que existen. O de otro modo, como si quisiéramos forjar un buen futbolista a base de charlas, videos, sin entrenarle en el esfuerzo, en la lucha, en la superación.

La educación sexual nunca debe convertirse en una especie de información obsesiva que llene la mente del niño o del adolescente, como un incentivo que desate su curiosidad y le lleve a realizar actos sexuales. La mera explicación de cómo se obtienen sensaciones placenteras puede constituir una incitación al erotismo. No forma para el amor, deforma. Lanza por una vía contraria al auténtico amor.

Las consecuencias de esta actitud pedagógica van a ser muy negativas: embarazos en adolescentes, abortos, madres solteras y desequilibrios psicológicos a muy temprana edad, enfermedades de transmisión sexual. Los que alegremente abren los caños se quejarán luego de las inundaciones.

2. Educar hacia la realización plena

La meta principal de la educación no es imponer preceptos a la persona humana, sino invitarle a ser persona en plenitud. Educar la sexualidad equivale a educar en el amor hacia el otro. Educar al hombre entero y revisar las estructuras de egoísmo y de mentira que convierten al hombre en un instrumentalizador de sus hermanos y que terminan por hacer de la sexualidad un objeto más para el consumo.

La formación para el amor es formación para la libertad, para la capacidad de ser auténticamente libres en el ejercicio de la sexualidad. "Ama y haz lo que quieras" (San Agustín). Estamos llamados a la libertad, pero no con el pretexto de buscar gratificaciones, sino para poder amar. La libertad en el amor debemos de conquistarla con esfuerzo, el esfuerzo que exige no acostumbrarse a elegir en virtud de nuestras apetencias de cada momento, sino en virtud del ideal que nos hemos propuesto. La droga, el sexo sin amor, te ofrecen todo sin pedirte nada a cambio y, por último, conducen a la nada o al hastío; sin embargo, el amor auténtico, te ofrece todo exigiéndote todo y, después, te lo concede todo, te da la felicidad plena. El amor verdadero se traduce en un gozo interior que es promesa de futuro y necesidad de compartir la vida, arriesgándola...

3. Aspirar a valores más altos supone renuncias

Lo agradable encierra un valor, pero no el más alto. La amistad, el amor, por ejemplo, presentan una excelencia mayor. Y para conseguir el valor más alto hay que renunciar con frecuencia al valor más bajo. Por eso, conviene no apegarse al valor de lo agradable, ya que tal apego nos quita libertad para supeditarlo al logro de valores más altos.

Convertirse al amor auténtico, y por tanto, adquirir la plenitud humana, supone aceptar que el otro sea el centro y no yo. Esto supone renuncias pero nos lleva a la verdadera felicidad y alegría.

Es importante no tomar el primer valor que descubrimos como la cumbre de todo valor. Este malentendido deja a millones de personas bloqueadas en estadios primitivos. Un joven y una joven empiezan a tratarse y se entregan a complacencias eróticas. Se sienten embriagados por impresiones placenteras. El mero ejercicio de la sexualidad suscita emociones intensas pero todavía no constituye una experiencia auténtica de amor personal. Se contentan con poco, se precipitan a comer la fruta verde. No se acomodan al ritmo lento de maduración en el amor. Estaban llamados a crear una auténtica amistad, una vida de convivencia de altísimo valor, y se quedan a medio camino.

Enseñar esto al joven es importante. Tiene que saber, por ejemplo, que si no espera al matrimonio, si tiene relaciones prematrimoniales, se está buscando a sí mismo: no le importa que la chica se pueda quedar embarazada cuando todavía no está en disposición de serlo, con el riesgo de quedarse madre soltera, de que pierda sus estudios y acabe en trabajos humildes, de que se vea más impulsada a buscar el aborto...

4. No confundir amor con interés

Resulta muy fácil confundir el interés que sentimos por satisfacer un instinto con el amor de entrega a una persona. El amor no es como el hambre, que basta comer para saciarlo y restablecer el equilibrio vital. El alimento satisface una necesidad biológica primaria. La relación sexual, en cambio, no satisface la necesidad de crear una relación amorosa auténtica, es insuficiente. Tal engaño se nos presenta en muchas películas, en que aparece la relación sexual completa como algo normal al principio del enamoramiento, en vez de ser su culminación en el matrimonio.

5. No ser ingenuos: importancia de los inicios

El que quiere ser limpio se preocupa también por la pureza de sus pensamientos y en guardar su corazón. La vista y el tacto son las principales ventanas por donde entran los estímulos sexuales, sobre todo, en los varones. Cuando no existe el objeto delante, la imaginación nos lo trae. Ahí descansan, en buena medida, los llamados lenguajes subliminales: insinúan más de lo que realmente dicen. La imagen mueve a imaginar más cosas de las que han sido vistas. En esto se basa la propaganda comercial erotizada. Toda búsqueda directa de excitación sexual tiene por sí misma una dinámica de totalidad, es decir, dejada a sí misma, por su propio dinamismo lleva hacia la realización completa del acto sexual. El sexo por el sexo, es una experiencia vacía, mecánica y sin finalidad distinta que la satisfacción del egoísmo personal. Por tanto, el hombre que quiere conservar su dignidad personal, no debe dejarse arrastrar o seducir. Debe ser él quien guíe sus potencias y energías hacia metas altas, y para ello, debe acostumbrarse a tener un dominio de sí mismo. Esto requiere esfuerzo pero es fuente de alegría verdadera.

6. La sexualidad: lenguaje de amor

La relación sexual está destinada a expresar una relación de amor auténtico. Y éste lo es cuando se trata de un amor total y definitivo, fiel y exclusivo, incondicional y fecundo. Los hijos no son una enfermedad, sino la imagen viviente de un amor generoso y desinteresado. Si no se dan estas condiciones, la relación sexual deja de tener sentido, es un engaño, expresa algo que no existe.

Conclusión

Para valorar la sexualidad adecuadamente, es necesario abordarla con seriedad y responsabilidad, sin olvidar su carácter gozoso y alegre. La sexualidad no se puede entender de forma aislada, pues perderíamos toda la riqueza que aporta. Pensar en ella significa comprender al hombre entero, en su complejidad y en su unidad, explicar los valores de la vida, la libertad y la esencia del amor. El fin de las normas objetivas morales no es la represión de la sexualidad, sino proteger y favorecer que el dinamismo profundo de la sexualidad llegue a su plenitud y sentido.

* "El amor humano, su sentido y su alcance". Alfonso López Quintas. EDIBESA. Madrid. General Pardiñas 72. 28006 Madrid. Teléf.:  (91) 4010478.

Nota: El Dr. Alvaro Susín es médico especialista en medicina de familia y comunitaria, y actualmente es presidente de la asociación Acción por la Vida.

(*) Sexualidad Humana: Verdad y Significado. Orientaciones educativas en Familia. Pontificio Consejo para la Familia. Ciudad del Vaticano, 1995. Impreso en el Perú por Editorial Salesiana, Av. Brasil 210, Lima.