Esta frase que Píndaro utilizaba para motivar a los atletas griegos , nos recuerda a todos los pedagogos que no hay nada más importante para cada ser humano que llegar a ser lo que somos. De modo que la primera finalidad de la educación es formar al hombre o más bien, es guiar al desenvolvimiento dinámico por el que el hombre se forma a sí mismo y llega a ser un hombre.
Tenemos en nuestras manos la misión más noble y que encierra la felicidad de todo ser humano: que llegue a ser lo que es.
No podemos olvidar que este “hombre” tiene tres dimensiones fundamentales: física
( cuerpo, movimientos, sentidos), intelectual (mente, razón, imaginación, memoria, conciencia) y espiritual (amor, voluntad, carácter, espíritu, Dios). La formación del hombre debe llevarle al desarrollo pleno e íntegro de estas tres dimensiones.
Según Lonergan, educar es hacer operante una filosofía; es hacer realidad una determinada concepción del ser humano y del mundo, es la puesta en práctica permanente de un proyecto de humanidad.
Educar va más allá de la trasmisión de conocimientos, del desarrollo de habilidades para hacer, y de valores para decidir y vivir. Es la acción mediante la cual el hombre construye día a día y edifica la historia de él y de la humanidad.
Partiendo de esta concepción del hombre y para concretar el papel que desempeñamos como formadores; debemos preguntarnos si realmente tenemos claros los fines de la educación y descubrir los errores que podrían obstaculizar o limitar nuestra misión pedagógica.
Jacques Maritain en su libro “la educación en estos momentos cruciales” (Ed. Club de lectores. Buenos Aires 1972), explica estos fines partiendo de la concepción antropológica cristiana del hombre.
1. la educación del hombre:
El hombre no sólo es un animal de naturaleza, como el oso o la alondra. Es también un animal de cultura y no puede subsistir sino mediante el desenvolvimiento de la sociedad y de la civilización; es un animal histórico. Está dotado de un poder de conocer que es ilimitado, debe avanzar paso a paso auxiliado por la experiencia colectiva que las generaciones pasadas han acumulado y conservado, y por una transmisión regular de conocimientos adquiridos.
2. la conquista de la libertad interior
La principal aspiración de la persona humana es el deseo de la libertad interior y espiritual. Pero esta se conquista mediante las actividades que los filósofos llaman “inmanentes”, es decir salen del mismo sujeto y que son en su interior actividades que lo perfeccionan.
Para conseguir esta libertad en la que se determina a sí mismo y para la cual fue hecho, tiene el hombre necesidad de una disciplina y de una tradición que cargan pesadamente sobre él.
3. la potencialidad social de la persona
La educación debe considerar la importancia del grupo y prepara al niño a desempeñar en él, el papel correspondiente. Hay que formar al hombre para que lleve una vida normal, útil y de sacrificio en la comunidad.
Existen algunos errores que pueden desviarnos de nuestros fines educativos
1. desconocimiento del fin:
Muchas veces como educadores perfeccionamos nuestros medios y métodos, y los aplicamos con fidelidad, pero olvidamos que son medios y a quien tenemos que atender es al alumno. Como el médico que se dedica a analizar tanto las reacciones del enfermo, que puede perder de vista su curación y mientras él investiga y analiza en el laboratorio las muestras, el enfermo se muere por haber sido tan bien cuidado, pero no curado.
2. una falsa idea respecto del fin:
Este error se da cuando nos quedamos con una visión incompleta de la tridimensionalidad de todo ser humano: cuerpo, mente y espíritu. Y damos conocimientos, pero no le enseñamos a juzgar y reflexionar y ha hacer vida lo aprendido.
3. el pragmatismo
Es el gran error de definir el pensamiento del hombre sólo como un órgano de respuesta a las estimulaciones y situaciones actuales del ambiente, negando con ello su capacidad de reflexión y libre elección.
4. el sociologismo
Se da cuando ponemos como suprema regla el acondicionamiento social y único patrón de educación. La educación no consiste en adaptar a un futuro ciudadano a las condiciones de la sociedad que le tocará vivir, sino, en hacer un hombre.
5. el intelectualismo
Este error se reviste de dos formas principales: la primera pone la máxima perfección de la educación en la pura actividad dialéctica o retórica. Otra forma se da cuando se abandonan los valores universales e insisten en la educación sólo de las funciones prácticas y obreras de la inteligencia, la máxima perfección en la especialización científica y técnica.
6. el voluntarismo
Educación que se centra en hacer de la inteligencia una esclava de la voluntad y recurre a la virtud de las fuerzas irracionales. Como escribía Rabelais, ciencia sin conciencia no es sino ruina del alma.
7. todo puede ser aprendido
Mas no es verdad que todo puede ser aprendido y que debemos esperar confiadamente del colegio para este crecimiento. El desarrollo del espíritu y el buen encauzamiento de la voluntad no puede ser reemplazada por una ciencia aprendida, sino se orienta al alumno para que él por su propia experiencia se forje. Para el ser humano no hay nada más grande que la intuición y el amor; pero ni la intuición, ni el amor son materias de instrucción científica, ni de enseñanza, ambos son don y libertad.