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San Pablo, el predicador, fue también un gran escritor.
Escritores Actuales /DApice Gustavo Daniel

Por: Gustavo Daniel D´Apice | Fuente: Gustavo Daniel D´Apice



Pablo escritor.


En el Nuevo Testamento, la parte de la Biblia escrita después de la Venida de Jesús, contiene 13 cartas del Apóstol San Pablo. Algunas de ellas son auténticas, escritas realmente por él, y otras se presentan con su nombre, pero en realidad pertenecen a sus discípulos, quienes transmiten el pensamiento de su maestro.

Hasta hace no tanto, se hablaba de 14 cartas paulinas, porque se añadía la llamada “Carta a los Hebreos”. Sin embargo, debido a los más recientes estudios bíblicos, hoy ya nadie admite que este texto sea de San Pablo. Además, este texto a los Hebreos, no presenta ninguna indicación de que el autor pretenda presentarse como el Apóstol San Pablo, por lo que ya no se proclama ni se estudia como “carta paulina”, sino aparte.

En cuanto escritos bíblicos, las cartas auténticas de San Pablo son los primeros textos del Nuevo Testamento, es decir, los más antiguos en cuanto a su escritura vistos desde nuestra época. Su fecha de realización se estima entre los años 50 y 67 de nuestra era, apenas pasando la mitad del primer siglo y poco después de la resurrección corporal y gloriosa de Jesús.

Pero, en cuanto a su edición pública, se realizó cuando los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, y el libro de los Hechos de los Apóstoles, escrito también por Lucas y que formaba un solo bloque seguido a su Evangelio, vieron la luz, y se encontraban ya circulando por las distintas comunidades cristianas. Esto estaría sucediendo alrededor del año 100, antes de que aparezca el Evangelio de San Juan, o simultáneamente con su descubrimiento.

Las cartas de San Pablo, eran cuidadosamente guardadas y leídas en las iglesias o comunidades a las que eran dirigidas (romanos, corintios, efesios, etc.). Las otras comunidades las conocieron después de su recopilación y edición, es decir, después del año 100.

A fines del siglo primero, algunos recopiladores, desconocidos hoy para nosotros, recogieron, fusionaron y separaron las cartas paulinas para su edición y publicación, a fin de que sean leídas en todas las comunidades cristianas, y no solamente en aquellas a las que el Apóstol se dirigía, generalmente luego de alguna fundación o visita.

Y editaron tanto las cartas auténticas y personales del Apóstol, como las escritas por sus discípulos bajo la guía de su pensamiento.

La segunda carta de Pedro, escrita a mediados del siglo II (a. 150 aprox.) menciona ya “todas las cartas de Pablo” (2 Ped 3,15-16), lo que indica que ya en esta edad temprana de nuestra era y a pocas décadas de la resurrección de Jesús, la colección de cartas paulinas ya estaba editada y publicada, mientras seguían incorporándose escritos neotestamentarios.

La colección de sus cartas fue rápidamente aceptada por toda la Iglesia de los cristianos como Palabra de Dios inspirada, es decir, como Sagrada Escritura, y pasó a formar parte directamente de la Biblia. En el texto indicado de San Pedro, moderador de la Iglesia en su tiempo, se mencionan “todas las cartas de Pablo...con el resto de la Escritura”, poniendo a ambas en el mismo rango.

De las trece cartas atribuidas a San Pablo, sólo siete son reconocidas como indiscutiblemente auténticas, lo que no quita la inspiración divina de las otras y su ineludible incorporación a las Sagradas Escrituras.

Estas otras seis sostienen los especialistas bíblicos que fueron escritas por los discípulos más o menos directos del Apóstol, que después de la decapitación de éste por las autoridades romanas, debieron actualizar su doctrina ante nuevos problemas pastorales y conceptuales que se presentaban en las comunidades recién formadas, o de corregir errores o desviaciones que surgían en las mismas.

Recurrían entonces a lo que era costumbre en la antigüedad: la Pseudonimia, es decir, la utilización de un pseudónimo que hiciera referencia al pensamiento de un autor del pasado (reciente en este caso), para volcarlo en una obra presente a fin de zanjar dificultades y problemas actuales.

Las cartas reconocidas como auténticas y escritas directamente por San Pablo son: Primera a los Tesalonicenses, Filipenses, Filemón, Primera a los Corintios, Segunda a los Corintios, Gálatas y Romanos, su obra magna, el gran testamento o herencia de Pablo para percibir su riqueza y hondura particular.

Entre las cartas atribuidas a sus discípulos bajo la guía de su pensamiento para actualizar respuestas a problemas posteriores a su vida, figuran: Segunda a los Tesalonicenses, Efesios, Colosenses, Primera y Segunda a Timoteo y la carta a Tito.

A veces las cartas tienen una unidad aparente, ya que en ciertas ocasiones son recopilaciones de fragmentos de cartas, encontradas por los recopiladores en las distintas comunidades o Iglesias, algunas como páginas sueltas también, y que no quisieron perder sino conservarlas, por lo que las incorporaron en cartas ya armadas y más extensas, como capítulos aparte o en coordinación con algún tema de un pasaje.

San Pablo, el predicador, es también el teólogo escritor profundo.

Inmortaliza la Sagrada Escritura en el Nuevo Testamento su pensamiento, guía perenne de las comunidades cristianas hasta el encuentro definitivo con Jesús Resucitado en su Segunda Venida Gloriosa o Parusía, en el Juicio Final.


Gustavo Daniel D´Apice
Profesor Universitario de Teología
Pontificia Universidad Católica
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