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7.- Ester: Descubrí que mi esposo me era infiel
Familias Católicas /Biblioteca Familiar

Por: Horacio Bojorge | Fuente: Catholic.net

"Dios es testigo entre tú y la esposa de tu juventud, a la que tú traicionaste,
siendo así que era tu compañera, la mujer con la que te habías comprometido.
¿No los ha hecho un solo ser, dotado de carne y espíritu?
Y este uno ¿qué busca? ¡Una posteridad dada por Dios!
Guardad, pues, vuestro espíritu; no traiciones a la esposa de tu juventud.
Pues yo odio el repudio, dice el Dios de Israel,
Guardad, pues, vuestro espíritu y no cometáis tal traición.
(Malaquías 2, 14-16)
Me haré presente para juzgaros,
y seré un testigo expeditivo
contra los hechiceros y los adúlteros
(Malaquías 3,5)


1. Estimado Padre, le escribo desde Puerto Rico.
Ruego a Dios que Ud. pueda ayudarme y que a través de sus palabras Jesús sane mis heridas. Tengo 48 años y soy madre de cinco hijos. Con mi esposo siempre vivimos en la Fe, educando a nuestros hijos según la doctrina de Cristo. Tuvimos una participación activa en la Iglesia como catequistas, misioneros, ministros de la eucaristía etcétera.

Sinceramente Padre, yo creía que nuestro matrimonio, más allá de las crisis o conflictos comunes de este mundo... era sano y puro... ¡pero no!... me equivoqué.
Hace unos meses descubrí que mi esposo me era infiel... que tenía una relación con otra mujer desde hacía unos dos años aproximadamente.
Todo coincide con un cambio en su carácter y personalidad y… - un año antes de esto - con mi enfermedad de cáncer de mama, dos operaciones, quimioterapia, rayos etc., etc. Mi mundo se cayó, se vino abajo. Estoy destruida y no encuentro consuelo. Lo que era seguro y estable ya no lo es...
Para mí, mi esposo era " intachable" y ahora la desconfianza me tortura.
Yo decidí perdonarlo pero el dolor es "tan grande" que hay días que le pido a Jesús que pronto muy pronto me lleve a su lado... así no quiero vivir...
Él dice estar arrepentido e intenta cambiar algunas actitudes... y yo sólo deseo estar bien con él y amarlo... pero cuando llega tarde del trabajo, se encierra en el baño con el celular o recibe mensajes y me dice que era equivocado... todo lo que intentamos reconstruir se cae de nuevo...y comienzan las discusiones.
Le ruego Padre que rece... para que Jesús sane nuestras heridas y restaure nuestro matrimonio. Espero pueda tener un tiempito y ayudarme para superar esto.
¡Que Dios lo bendiga!
Ester

Mi respuesta
2. Querida Ester:
Primero: lo sucedido últimamente no debe invalidar a tus ojos la historia vivida con tu esposo en la gracia y en la Iglesia. Tú dices "Yo creía que nuestro matrimonio era sano y puro.... pero no... me equivoqué". No digas eso. No te equivocaste. Fue bueno y fue lo que fue, por gracia de Dios. No niegues la obra de Dios ni su autenticidad en la historia de tu matrimonio. Ha llegado una hora de prueba, pero eso no debe invalidar a tus ojos el valor de lo vivido y construido juntos con la gracia matrimonial. Te equivocas si piensas que te equivocaste.

Segundo: quizás hubo una falsa seguridad por ignorar las consecuencias del pecado original. Como previene San Pablo: "el que está de pie tenga cuidado no sea que caiga"1. Y esa falsa seguridad se tiene cuando no se advierte que el bien presente no es un hecho natural, sino un milagro de gracia. Que es como ir caminando sobre las aguas.
No hay que sorprenderse de que en un momento uno empiece a hundirse. Así es en un piadoso matrimonio como el tuyo. Si uno no tenía en vista el peligro y el milagro de la preservación durante tantos años felices y santos, se sorprende y desanima cuando el Señor permite esta prueba. Pero, como toda prueba, Él la permite en Su bondad, para enseñarnos y purificarnos.
Ambos tenían todavía mucho que aprender y no era bueno que no lo advirtieran. La prueba de tu enfermedad fue para tu esposo una gran prueba, también inesperada por ambos. Y fue ocasión de que afloraran las impurezas de su debilidad para sufrir y sufrir por ti, de las incrustaciones de egoísmo que había todavía en el amor que el Señor había puesto por ti en su corazón. Son las consecuencias de las penas del pecado original y también de sus pecados propios o de la debilidad de su virtud; de sus debilidades para seguir luchando sin tu apoyo.

Lo natural no es la gracia. Lo natural es la debilidad y el pecado. Por tu enfermedad te debilitaste tú, que eras su centinela, y el enemigo tomó a tu esposo por asalto. Se abrió brecha en tu muralla y le asaltaron la ciudad.

Tercero: comprendo tu sufrimiento de mujer y esposa. Pero también entiendo la debilidad de ese varón tu esposo, ante el embate de la carne el demonio y el mundo. No puedo repetirte aquí lo que he expuesto más extensamente en mis libros. Por ahora te mando como archivos adjuntos dos capítulos de mi libro "La Casa sobre Roca"2. Es una apretada síntesis de lo que expongo en el otro libro "¿Que le pasó a nuestro amor? respuestas divinas a preguntas humanas"3.
Después que leas esos dos capítulos, puedo enviarte algunos del segundo libro4, donde explico más extensamente y fundamento bíblica y teológicamente lo que expuse en La Casa sobre Roca.

No te desanimes. Lucha con la gracia para que el Señor te ayude a no volverte sobre ti misma a pesar de tu enfermedad y la infidelidad de tu esposo. Es algo sobrehumano. Lo sé. Pero para Dios nada es imposible. Y tú tienes la garantía de su auxilio, porque eres ministro de Dios en el sacramento del matrimonio para salvar a tu esposo.

No. Esto no es el fin. Este es el comienzo de tu tarea de salvarlo. Y Dios está de tu parte y lo salvarás de sí mismo, de su lujuria y de las garras de esa agente de Satanás que lo embruja para perderlo. "Cuando soy débil, entonces soy fuerte - dice San Pablo - porque entonces se agiganta en mí la fuerza de Dios". En tu debilidad de mujer enferma y afligida, brillará el poder de Dios a través del ministerio de la esposa.
Para que nadie se gloríe sino en la cruz de Cristo. Y no podrás dudar de que no has sido tú la que obró, sino Dios en tu debilidad.
Padre Horacio

3. Antes de que Ester me respondiera la envié lo siguiente:

Ester:
Acaba de llegarme uno de esos mensajes que te mandan en cadena. Y me hizo acordar de ti. Te lo mando. No para que lo imites, sino para que lo medites. Algo te dirá el Señor cuando lo leas.

LA VERDAD DEL MATRIMONIO, ALGO INEXPLICABLE
Lean hasta el final esta historia. Contiene un mensaje muy bello. Nunca pierdan la chispa que los unió ni pierdan esos pequeños detalles. Para todos los casados, solteros y próximos a casarse. Espero les agrade y lo tomen en cuenta

HISTORIA SOBRE DE UN MATRIMONIO
Cuando llegué a casa esa noche mientras mi esposa servía la cena, la tomé de la mano y le dije: tengo algo que decirte. Ella sólo se sentó a comer en silencio. Yo podía observar el dolor en sus ojos.
De pronto ya no sabía cómo abrir mi boca. Pero tenía que decirle lo que pensaba.
- Quiero el divorcio......le dije lo más suave que pude.
Mis palabras parecieron no molestarle. Al contrario, muy tranquilamente me preguntó:
- ¿Por qué?
Evité su pregunta con mi silencio, esto la hizo enfurecer. Tiró los utensilios y me gritó,
- ¡no pareces hombre!
Esa noche, ya no hablamos más. Ella lloraba en silencio. Yo sabía que quería saber qué le había pasado a nuestro matrimonio. Pero yo no hubiera podido darle una respuesta satisfactoria. Mi corazón ahora le pertenecía a Eloísa. Yo ya no la amaba, sólo me daba lástima.
Con un gran sentido de culpa, redacté un acuerdo de divorcio en el que le daba nuestra casa, nuestro auto y un 30% de las acciones de mi empresa.
Después de leerlo ella lo rompió en pedazos. La mujer que había estado tantos años de su vida conmigo ahora era una extraña. Me sentí mal por todo ese tiempo y energía que desperdició conmigo. Todo eso que yo nunca le podría reponer. Pero ahora ya no había marcha atrás, yo amaba a Eloísa. Por fin mi esposa soltó el llanto frente a mí, eso era lo que yo esperaba desde el principio. Verla llorar me tranquilizaba un poco, ya que la idea del divorcio que me preocupaba tanto ahora era más clara que nunca.
Al día siguiente, llegué a casa muy tarde y ella estaba en la mesa escribiendo algo. Yo no había cenado, había pasado un día muy intenso con Eloísa y tenía más sueño que hambre y mejor me retiré a dormir.
Desperté en la madrugada, ella todavía estaba escribiendo. La verdad no me importó y sólo me acomodé de nuevo en cama y seguí durmiendo.
En la mañana me presentó sus condiciones para aceptar divorciarse: No quería nada de mí, pero necesitaba un mes antes de firmar el divorcio, me pidió que en ese mes tratáramos de vivir una vida lo más normal posible. Sus razones eran simples: nuestro hijo tenía unos exámenes muy importantes en este mes y no lo quería mortificar con la noticia del matrimonio frustrado de sus padres.
Esto era algo en lo que yo también estaba de acuerdo. Pero había más, me pidió que me acordara como la cargué el día de nuestra boda.
Quería que cada día de este mes, la cargara de nuestro cuarto hasta la puerta de la casa....... pensé que se estaba volviendo loca. Pero decidí aceptar este raro requisito con tal de que este mes pasara sin más peleas o malos momentos.
Le comenté a Eloísa de las condiciones que puso mi esposa... se rió bastante y pensó que era muy absurdo. Dijo en tono burlón: no importa los trucos que se invente, tiene que aceptar la realidad: que se van a divorciar.
Desde que le expresé mis intenciones de divorcio mi esposa y yo no teníamos ningún contacto íntimo. El primer día que la cargué se me hizo un poco difícil. Nuestro hijo nos vio y aplaudió de felicidad al vernos y dijo, papá me da gusto que quieras mucho a mi mama. Sus palabras me causaron un poco de dolor. Desde nuestra habitación hasta la puerta de enfrente caminé como diez metros con ella en mis brazos. Ella cerró sus ojos y me dijo al oído que no le dijera al niño del divorcio. Me sentí muy incómodo, la bajé y ella caminó a tomar el autobús para ir a trabajar. Yo manejé solo a mi trabajo.
El segundo día fue un poco más fácil. Ella se recargó ligeramente en mi pecho. Podía oler la fragancia de su blusa. Me di cuenta que desde hace tiempo no le había puesto mucha atención a esta mujer. Me di cuenta que ya no era tan joven, había un poco de arrugas en su cara, su pelo ya mostraba canas. Ése era el precio de nuestro matrimonio. Por un minuto me pregunté que si yo era el responsable de esto.
Al cuarto día, cuando la cargué sentí que regresaba un poco de intimidad. Esta era la mujer que me había dado diez años de su vida.
El quinto y sexto día, me di cuenta de que el sentimiento crecía otra vez. No le platiqué nada de esto a Eloísa. Conforme los días pasaban se me hacía más fácil cargarla. Quizás el ejercicio de hacerlo me estaba haciendo más fuerte.
Una mañana la vi que estaba buscando un vestido para ponerse, pero no encontraba nada que le quedara bien. Sólo suspiró y dijo, todos mis vestidos me quedan grandes. Es ahí donde me di cuenta que por eso se me hacía muy fácil cargarla. Estaba perdiendo mucho peso, estaba muy pero muy delgada.

De repente entendí la razón......estaba sumergida en tanto dolor y amargura en su corazón. Inconscientemente le toqué la frente.
Nuestro hijo entró en ese momento y dijo, Papa es tiempo de que cargues a mama. El ver a su papa cargar a su mamá todos los días se le había hecho costumbre. Mi esposa le dio un fuerte abrazo. Yo mejor miré hacia otro lado por temor a que esta conmovedora imagen me hiciera cambiar de planes. Entonces la cargué, y empecé a caminar hacia la puerta, su mano acarició mi cuello, y yo la apreté fuerte con mis brazos, justo como el día que nos casamos.
Pero su estado físico me causó tristeza. En el último día, cuando la cargué sentí que no me podía ni mover. Nuestro hijo ya se había ido a la escuela. La abracé fuerte y le dije, nunca me di cuenta que a nuestra vida le hacía falta algo así.
Me fui a trabajar.....salté fuera de mi auto sin poner llave a la puerta. Temía que en cualquier momento pudiera cambiar de opinión... subí las escaleras. Eloísa abrió la puerta y le dije
- Lo siento mucho pero ya no me voy a divorciar.
No podía creer lo que le estaba diciendo, hasta me tocó la frente y me pregunto si tenía fiebre. Quité su mano de mi frente y le dije de nuevo:

Lo siento Eloísa, ya no me voy a divorciar. Mi matrimonio era muy aburrido porque ni ella ni yo supimos apreciar los pequeños detalles de nuestras vidas. No porque ya no nos amaramos. Ahora me doy cuenta que cuando nos casamos y la cargué por primera vez esa responsabilidad es mía hasta que la muerte nos separe.
Eloísa en este momento salió del shock y me dio una fuerte bofetada, y llorando cerró su puerta. Corriendo bajé las escaleras y me fui de ahí.
Paré en una florería, ordené un bonito ramo para mi esposa. La chica me preguntó qué le ponía a la tarjeta. Sonreí y escribí, "Siempre te llevaré en mis brazos hasta que la muerte nos separe"
Esa noche cuando llegué a casa, con las flores en mis manos y una sonrisa en mi cara, subí a nuestro cuarto... sólo para encontrar a mi esposa en su cama... estaba muerta.

Los pequeños detalles es lo que de verdad importa en una relación. No la mansión, el carro, propiedades o dinero en el banco. Estos crean un falso sentido de felicidad que no lo es todo. Mejor encuentra tiempo para ser el amigo de tu esposo o esposa, y tómense todo el tiempo necesario con esos pequeños detalles que hacen la diferencia. Que tengan un feliz matrimonio.
Padre Horacio

2. De Ester
4. Hola Padre!!!
¿Cómo está? Espero que bien... Le escribo nuevamente en primer lugar para agradecerle sus palabras y todo el material que me envió.... y para contarle cómo van las cosas...
Esta historia: " La verdad del matrimonio, algo inexplicable"... me hizo pensar mucho... y como usted dice... Dios me mostró muchas cosas... Empecé a hacer un esfuerzo muy grande para mejorar yo en primer lugar... tratando de dominar mis pensamientos y sentimientos negativos....y volver ¡a las pequeñas cosas y actitudes que nos hacían tan felices!
Pequeños detalles, gestos, palabras, comidas, paseos, más tiempo juntos, etcétera ....
No fue... ni es sencillo... pero vale la pena... mi esposo está mucho mejor... lo noto feliz, distendido, más atento y amoroso conmigo y los chicos. Hablamos mucho y hacemos proyectos.
Volvimos a participar juntos de las misas y otras reuniones de la iglesia...
Yo sigo luchando conmigo misma... internamente... sin que él se entere... para superar mi dolor, mis miedos, mi desconfianza, y el asombro que todavía me provoca pensar en lo que nos pasó...
Hace unos 10 días comencé a ir todos los días un rato frente al Santísimo para rogarle a Jesús que sane mis heridas y restaure nuestro matrimonio. ¡Sé que vamos a superar esto con la Gracia de Dios! Cada día estoy más fortalecida y siento paz...
Yo lo autorizo a subir el testimonio al blog, pero sin detalles que sirvan para identificarnos. Más que nada es para preservar a nuestros hijos y a mi madre (que no sabe nada).
Espero que sirva a otras mujeres. ¡Dígales que tienen que luchar por salvar su matrimonio como sea! Que aunque el dolor y " la rabia" por la traición es muy grande... hay que intentar vencerla... con la Gracia de Dios y por amor a Dios... y para cumplir lo que Él nos pide: "Que el hombre no separe lo que Dios ha unido".
Desde que me pasó esto puedo entender cuánto se sufre... cuánto deben sufrir las mujeres con hijos pequeñitos... las que son abandonadas etcétera. .. y rezo y por ellas y por mí .
Y recuerde por favor rezar siempre por mi matrimonio. Que Dios lo bendiga y lo colme de Su Gracia para que siga ayudando a muchos matrimonios como nos ayudó a nosotros ! Por favor, siga rezando por Felipe y por mí ¡Hasta pronto! Ester

Muchos meses después le escribí a Ester para saber cómo iban las cosas y me contestó para mi alegría lo siguiente:

4. De Ester
¡Hola Padre!
¡Gracias por acordarse siempre de nosotros! ¡De salud estoy muy bien Gracias a Dios! ¡Y la salud del matrimonio mejorando cada día con la Gracia de Dios! Dios hace nuevas todas las cosas... estamos redescubriendo nuestro amor... y poniendo lo mejor de cada uno de nosotros para darnos cuenta lo que nos hace bien y lo que necesitamos el uno del otro.
Reconozco que a veces me agarra " la locura de la desconfianza"... pero hacemos el chiste del exorcismo: "salí... salí... salí... Satanás de mi esposa " y nos reímos....
Hemos vuelto a participar de actividades parroquiales en común como lo hacíamos hace unos años... ¡y eso nos hace mucho bien! ¡Le mando todo mi afecto! ¡Que Dios lo bendiga!
Ester

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1 1ª Corintios 10, 12
2 Editorial Lumen, Buenos Aires 2005. Le envié la segunda parte, fichas 6 y 7, páginas 81 a 98
3 Editorial Lumen, Buenos Aires 2010.
4 Le envié los capítulos 3º al 10º