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Autor: | Editorial:



Iluminar el camino
?La Eucaristía ilumina el camino y da vitalidad al itinerario de santidad de la Iglesia y de todos los cristianos. ??A través de la Eucaristía el sacrificio de Jesús se hace presente en todos los tiempos y lugares; es su acto de abandono en manos del Padre, su entrega total a la humanidad para indicarnos el camino de la santidad. La Eucaristía vuelve a proponer a toda la humanidad y a cada uno de nosotros el modelo según el cual Jesús se "entregó" a los hombres y el modo como se "abandonó" en manos del Padre en su muerte. En la Eucaristía es él quien eternamente "se entrega", se dona a la humanidad como gracia. En ella las personas consagradas aprenden a decir con san Pablo: "Estoy crucificado con Cristo. Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Y mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí" (Ga 2, 20). ?

?Aquí se manifiestan, con toda su claridad, la identidad y la misión de la vida consagrada, como continuidad de la misión de Cristo y en completa dependencia de él. Así, el celo por Cristo se transforma en energía activa, en fervor por la humanidad. ??En la celebración eucarística, según las características propias de las personas y de las instituciones, Jesús enseña a ofrecer en el tiempo presente su sufrimiento y su muerte por la salvación de la humanidad. Su pasión y su muerte se convierten en acontecimiento fundamental e inspirador del modo de vivir y de actuar de las personas consagradas, haciendo que todo instante se transforme en momento de gracia. Así se cumple la exhortación de san Pablo a llevar "en toda ocasión y por todas partes, en el cuerpo, la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo" (2 Co 4, 10). ??En la Eucaristía se crea una íntima relación entre nuestro cuerpo y el Cuerpo de Jesús, Cuerpo puesto en manos de pecadores y entregado a la muerte, para que la gloria eterna del Padre resplandezca en el rostro del Hijo. Del mismo modo, nuestro cuerpo, configurado con el de Jesús, da su contribución al designio de amor y salvación del Padre, sacrificándose por amor y mostrando el camino de la salvación. ??Este es el rostro auténtico de la santidad que la vida consagrada está llamada a hacer presente hoy.? ?
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