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Autor: | Editorial:



Dios no es indiferente ante el pecado; recuerda el cardenal Ratzinger

Dirige una «Lectio divina» sobre el Libro del profeta Jonás


No es posible cancelar de la fe cristiana el juicio y el castigo de Dios, pues esto significaría creer que es indiferente ante el mal, aclara el cardenal Joseph Ratzinger.

Según el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, «Dios combate lo que es malo y por este motivo debe castigar también como juez para hacer justicia».

El purpurado alemán hizo esta aclaración al dirigir una «Lectio divina» en la iglesia de Santa María en Transpontina, de la Vía de la Conciliación, junto al Vaticano. Amplios pasajes de su meditación fueron publicados por el diario Avvenire (11 de febrero de 2003).

La reflexión giró en torno al Libro bíblico de Jonás, el profeta que se negó a predicar en Nínive, como le había pedido Dios, y que al embarcarse hacia Tarsis fue arrojado al mar y tragado por un gran pez. Tres días después saldría vivo.

Según el cardenal, uno de los grandes errores de los creyentes hoy consiste en «sentirse bien con el pecado».

De este modo, aclaró, el corazón «se vuelve ciego, deja de buscar a Dios, no quiere la gracia, no experimenta ningún arrepentimiento».

De esta cerrazón surge la malicia, constató, capaz de explicar los atropellos de Hitler, de Stalin, y de Pol Pot y de sus simpatizantes.

No hay que olvidar, aclaró, que «Cristo no vino porque todo es bueno y está bajo el régimen de la gracia, sino porque es totalmente necesario el llamamiento a la bondad y al arrepentimiento».

Para ser creíbles a la hora de anunciar a Dios, explicó Ratzinger, «los cristianos tenemos que ser los primeros en el camino de la penitencia», signo de la conversión.

«La conversión nunca se termina», alertó por último, pues está conformada por la continua lucha contra los propios pecados: la pereza, la autocomplacencia, la búsqueda del poder, el conformismo, la agresividad, o la prepotencia...

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