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Autor: | Editorial:



El catequista es un hombre íntegro
Antes de ser catequista eres ser humano, hombre o mujer.

Como tal, teniendo una misión tan importante dentro del mundo, se espera que seas una persona que sepas desarrollar armónicamente todas tus potencialidades: sentimientos, inteligencia y voluntad.


El tipo de catequista que la Iglesia necesita:

o Es una persona coherente que ama y busca la verdad y ajusta su comportamiento a ella.
Vive y da testimonio de los contenidos que conoce y que enseña en sus clases.
Corrobora todo lo que predica con su vida personal, familiar y profesional.


o Tiene y mantiene una reputación moral intachable pues sabe que será un modelo y ejemplo a seguir de sus alumnos.


o Tiene una recta escala de valores: Dios ilumina su inteligencia, su inteligencia a la voluntad y la voluntad a los sentimientos.


o Es una persona madura con un gran equilibrio emocional que la hace fuerte para afrontar problemas y dificultades.
Sabe dominarse y nunca pierde el control de sus emociones frente a los alumnos.


o Le da una gran importancia a la puntualidad, como muestra del respeto que tiene hacia los demás. Empieza su clase a tiempo y la termina a tiempo.


o Es responsable. Está consciente de su deber y nunca se acoge a excusas para dejar de cumplirlo.


o Cuida su presentación personal, vistiendo de una manera digna, sencilla, elegante y adecuada a su edad.


o Es una persona prudente, justa y moderada en su manera de hablar, que utiliza un léxico digno, respetuoso, amable y adecuado a las circunstancias.


o Es una persona alegre, optimista, positiva y sonriente, que sabe acoger a los demás. Tiene tiempo para escuchar a sus alumnos cuando se acercan a él.


o Transmite el valor de la convivencia, promoviendo siempre actitudes de respeto, y sembrando un ambiente de cordialidad y amabilidad ante cualquier circunstancia
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